42. Besos de papel

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Zev

-No tiene fuerzas como para soportar un mordisco. -asegura Isaac.

-Dejadme intentarlo. -Stormy salta de encima de la mesa en la que estaba para acercarse a mi cama y agarrar la mano de Jade. -Vamos allá Jade, déjame entrar... -abre los ojos y estos están de un color rojo puro y brillante espléndido, como si tuviera un par de rubís en la cara.

En menos de dos minutos comienza a sudar en frío y a hiperventilar, a los tres minutos suelta su mano de golpe.

-Joder... No me deja entrar, algo me está echando.

Isaac y Nic se miran mutuamente. -Es mi madre, la que te está sacando. -Stormy y yo no entendemos a lo que se refiere.

-¿Tu madre no había desaparecido?

-Sorpresa, la hemos encontrado, pero no podemos hablar con ella, solo puede hacerlo Jade. -miro a mi novia desfallecida sobre mi cama, de vez en cuando su corazón da latidos sueltos y en la mano aparecen algunos espasmos.

-¡Zev! -Stormy me agarra antes de que me coma el suelo. No tengo energía para interiorizar todo lo que están diciendo, no entiendo nada, solo quiero abrazarla y esperar a que vuelva. -Vale chicos, creo que ya es hora de dejarles descansar un poco. -me ayuda a llegar a la cama y a tumbarme a su lado. 

Me la quedo mirando y dejo que pase el tiempo. 

Comienza a anochecer, se oscurece el cielo por completo y vuelve a amanecer. 

Siguen pasando las horas hasta que me quedo dormido con mi mano en su mejilla. 

Pero no sueño, vuelvo a estar dentro de su ser. La luz blanca de la última vez ahora está en todas partes, ya no hay oscuridad ni estrés. Miro a mi alrededor, Es como estar atrapado en un folio en blanco. 

-¿Zev? - al escuchar la voz de Jade me doy la vuelta y la veo bien, está entera, sin ningún arañazo ni herida ni mancha de sangre. 

-Jade... -necesito tocarla y asimilarlo, asimilar que ya está aquí, a mi lado. Pongo mi mano en sus mejillas y la miro fijamente con una sonrisa tonta en mi cara.

La empujo sobre mí, la rodeo y escondo su cabeza en mi pecho. -Intenté salvarme, pero eran demasiados lobos y...

-Zev, lo recuerdo todo.

-Mi padre te ha secuestrado. -levanta su cabeza y me mira, un ápice de dolor aparece en sus ojos, pero la paz se lo come y lo hace desaparecer. -Te ha hecho daño, mucho daño.

-Zev, tienes que relajarte un poco, esto te está matando. -acaricia mi pómulo con su dedo provocando el que yo cierre los ojos e incline la cabeza buscando más contacto.

-Pero no quiero que sigas sufriendo.

-Ni yo que lo hagas tú. -me da un beso antes de que pueda seguir hablando. Con eso es suficiente para que haga todo lo que me pida. -¿Cuánto llevas sin comer?

-El suficiente como para no ser capaz de ganarles a unos chuchos pulgosos. -aparto la mirada pero ella vuelva a conectar sus ojos con los míos.

-Yo ya he comido, ahora te toca a ti. -se le eriza la piel al decirlo en voz alta, y la verdad es que a mí también.

Su piel es más luminosa, su melena ya no es tan opaca como hace unas semanas y tiene una sonrisa espléndida.

Lo hago sin dudarlo, la beso, pero no sutilmente, la deboro con mis labios y eso me lleva a preguntarme hacía cuánto tiempo que no la besaba así.

Llevo una de mis manos a su cuello y le aparto el pelo poco a poco hasta que me separo de sus labios ahora algo hinchados.

Veo el reflejo rojo en su mirada y siento mis dientes puntiagudos clavarse en mi piel.

Ladea su cabeza invitándome a moderla, y eso es lo que hago. Estoy incluso nervioso.

En cuanto la primera gota de su sangre llega a mi organismo noto como la fuerza vuelve a mi ser. Pero ahora hay algo distinto en su sabor, es más suave, más dulce, más aterciopelada.

Como si estuviera entrando al paraíso. Mi respiración se altera enseguida.

Quiero más, necesito más.

Me está volviendo loco.

En algún momento escucho sus suspiros y eso hace que yo me calme enseguida, de golpe, como por arte de magia 

Y me separo y la lleno de besos.

-¿Ya sabes todo? -pregunto, pero antes de que pueda responder la beso como si fuera una película antigua.

-Sí. -comienza a levantarme la camiseta hasta quitármela y dejarla caer a nuestro lado.

-Aún no sabemos por qué tienes la sangre de tu tía dentro. -la tumbo debajo de mí y bajo hasta su abdomen, desabotono cada botón de su pijama blanco y voy besando la piel que dejo al aire.

-Ella me lo ha explicado. -eso me hace girar la cabeza extrañado y parar las caricias por un momento. 

-No lo entiendo. -digo y sigo besando su piel, sus clavículas, su cuello y sus mejillas hasta llegar a la comisura de sus labios. 

-Cada muerte... -un suspiro que sale de sus labios interrumpe su voz. -Cada muerte es un como un retiro espiritual, hablaba con ella pensando que era conmigo misma. 

-¿Y qué te decía? -me arrodillo entre sus piernas y elevo uno de sus muslos hasta mis hombros para comenzar a besarla. 

-Me ha explicado porqué tengo su sangre... -se muerde los labios cuando me aproximo a su entrepierna. -Y porqué condenaron a mis padres. -agarra las sábanas con fuerza mientras cierra los ojos. 

-¿Y tus poderes? 

-Fueron mis padres, ellos mezclaron su sangre con la mía, por eso los condenaron, por usar magia prohibida. -suelta un pequeño gemido. -Mi sangre tiene magia blanca y magia roja.

Por eso la quiere mi padre, cualquiera que pruebe su sangre se hará prácticamente invencible. Quiere crear un ejército de vampiros para deshacerse de los humanos y gobernar el mundo sobrenatural. 

Entro en una especie de trance del que solo Jade me saca al cambiar posiciones. 

Estamos muertos. 

JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora