33. El problema nunca serás tú

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Jade

-Buenos días. -saludo con una sonrisa al entrar en la habitación de Zev. No me sorprende que haya cerrado las persianas y corrido las cortinas. La única luz que hay es una vela roja a punto de consumirse por completo. -Voy a abrir las ventanas, necesitas luz. 

Intento no tropezarme con nada hasta llegar a la ventana más grande y por la que más luz entrará. 

-No... -dice debajo de las sábanas. 

-Sí. -corro las cortinas y enseguida todo cobra color. -Ahora puedo ver. 

Me tumbo a su lado en la cama e intento destapar su cabeza, pero no me deja quitarle las mantas. 

Sus quejidos suenan roncos, le escucho sorberse los mocos e intentar toser. -Venga Zev, no voy a salir corriendo, sal por favor. -ruego rindiéndome. 

Me siento en la cama dándole la espalda y cruzándome de brazos. 

Antes de que pueda levantarme me tira sobre él y me abraza con fuerza. -No te vayas por favor. -pide, aunque parece más una súplica que otra cosa. 

Su pelo alborotado le da un aire tremendamente sexy. Lo siento, no puedo evitarlo. 

Su tripa suena y no puedo evitar soltar una risilla. -¿Qué? La sangre de vaca no alimenta igual que la tuya. -dice obvio, sus ojos están rojos, ha salido a la luz su otro yo, señal de que tiene hambre. 

Le enseño mi muñeca, a lo que él la observa detenidamente y luego me mira a mí. Sé en qué piensa. -Si te pasas te pararé. 

Él asiente, pero en vez de morder mi muñeca lo que hace es agarrarla y con la otra mano sujetar mi cara para besarme. 

Acabo bajo su cuerpo mientras me llena de besos y acaricia mi cuerpo con sus manos. 

Desabrocha los botones de mi camisa con tanta destreza que asusta. Pero no me doy cuenta de ello hasta que comienza a lamer la piel de mi clavícula y me muerde. 

Un suspiro sale de mi garganta lo cuál le altera más. Suelta mi clavícula y pasa a mi cuello, cerca de la mandíbula. Mientras tanto, mete una de sus piernas entre las mías haciendo presión. 

Parece que con cada gota de mi sangre que hay en su organismo las fuerzas vuelven de golpe a él, lo noto en sus agarres y su forma de besarme y morderme. 

-No quiero dejarte sin nada. -dice enderezando su espalda y apartando su pelo desordenado de su cara, una gota roja baja por la comisura de sus labios hasta su mandíbula. 

-Zev, todo el rato genero sangre, es imposible que me mates. -susurro mirando sus ojos rojos como el fuego, que de repente me observan con tanta potencia que me sonrojo. 

-¿Eso es una invitación a que te muerda Jade? -susurra acariciando mi mandíbula con uno de sus dedos. Lo baja por mi cuello y clavícula hasta recorrer todo mi brazo y agarrar mi muñeca para acercársela a la boca. 

Separa sus labios para dejarme ver lo afilados que están sus colmillos, y lo brillantes que son. 

Me muerde sin separar sus ojos de los míos, atraviesa mi piel con tanta rapidez que no soy consciente de ello hasta que mi espalda se arquea e intento cerrar los ojos, pero con una sola mirada suya me deja claro que ni se me ocurra hacerlo. 

Cuando suelta mi piel dejo escapar un suspiro que suena más como un gemido. 

Se quita la camiseta y la tira por ahí para besarme, pero lo que me sorprende más es que sus manos vayan a parar a mis muslos, los aprieta con fuerza dejando marca en ellos y asegurándose de que vaya a permanecer en mi piel mucho tiempo. 

En cuestión de segundos mi camiseta desaparece y mis pantalones también. 

Todo sucede de forma bestial, lentamente pero de forma fuerte. Acabo llena de mordiscos por todas partes. Mordiscos y marcas de sus manos por toda mi piel. 

Mientras él besa y acaricia mi piel para contrastar la rudeza de sus embestidas yo me agarro a las sábanas y a sus hombros, arañando y marcando su espalda. 

Le hago sangre de la fuerza con la que entierro mis uñas en su piel, algo a lo que él gruñe. 

Vuelve a morderme por encima de mis costillas y por el interior de mis brazos.

Dejo caer mi cabeza cuando ya no puedo más, espasmos me recorren el cuerpo haciéndole sonreír.

Se deja caer a mi lado no sin antes arroparnos a los dos. -Cuando estás cansada estás muy guapa.

-¿Ojerosa, sudada y despeinada? -su sonrisa de medio lado le delata.

-Preciosa.

Rodeo su brazo y lo uso como almohada. Realmente estoy cansada, tener sexo con un vampiro es agotador pero maravilloso.

Zev

-No me gusta esto Jade.

-Pero tengo que hacerlo, quiero mejorar, es por mi seguridad.

-Sigues sin convencerme.

Se sube a la tarima con mi ayuda lista para su suicidio, o entrenamiento, como lo llama su tío.

Es Stormy la que sube con ella a la tarima mientras yo me alejo hasta estar con Isaac y Nic observándolo todo.

-Podéis empezar. -anuncia su tío.

Stormy atraviesa el pecho de Jade con una facilidad bestial, saca su mano agarrando el corazón de mi chica.

Este late varias veces antes de convertirse en polvo, todos vemos a Jade caer de rodillas a la tarima y recuperarse en cuestión de segundos.

-Genial, ahora prueba a quitarle toda la sangre. -indica el director.

-No funcionará, su cuerpo genera sangre muy rápido en cuanto hay una mínima pérdida. -comento.

-¿Cómo lo sabes? -pregunta Isaac, él y Nic me miran espectantes, a lo que yo enarco un ceja cruzado de brazos.

-Tío, que puto asco dais, es mi hermana cabrón. -gruñe Nic.

-Vosotros preguntasteis.

-Bueno, pues entonces probaremos con algo más. -el director coge una caja de madera del suelo, la abre y saca algo cubierto por una tela de terciopelo azul oscuro.

Algo negro asoma por el borde de la manta. -Una cabeza de gorgona. -susurra Isaac.

-Puede hacerlo. -afirmamos Nic y yo.

El director se pone frente a Jade y destapa la cabeza pálida con serpientes venenosas por pelo.

Al mirarla, ella se convierte en una bella estatua. Pero pasan los minutos y no sucede nada.




JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora