Capítulo 28 | Kurt

722 84 4
                                    

A veces puede ser muy curiosa la forma en la que trabaja la vida. Un día estás viviendo solo en una casa con tu hija y echando de menos a tu prometida que no pudo conocer a su hija al nacer, pero luego la casa deja de estar vacía. Los pasillos dejan de estar tan silenciosos y la ausencia de presencia femenina se termina. También dejas de echar de menos a algo o alguien que no puedes cambiar.

Jordan hace exactamente eso conmigo. Hace que no extrañe mi vida antes de ella. Me hace desear que siga en ella porque me gusta la vida que estoy llevando ahora, que la que llevaba hace unas tres semanas atrás.

Y sé que a mi hija también le gusta eso.

Dejamos a Jordan antes del medio día en su casa con June después de desayunar. Jordan quería irse un poco más temprano, pero June tenía hambre y yo ya estaba terminando de preparar la comida, así que se tuvieron que quedar.

Puede que no sea capaz de decírselo a Jordan, pero ella no tiene idea de lo agradecido que estoy por hacer sentir tan bien a Bailey. Ha llegado un punto en el que Bailey echa de menos a Jordan y me pregunta por ella y por June. Incluso parece haber olvidado su sueño de ser Jockey porque ahora espera con ansias los días de entrenamiento para ver a June. De hecho, mi padre me lo ha mencionado un par de veces.

Estoy sentado en el porche con mi padre bebiendo cerveza. Mamá está en la cocina terminando de preparar unas hamburguesas y Bailey está en el jardín frente a nosotros haciendo burbujas y corriendo de aquí para allá. Bailey nunca ha sido una niña que se quede sin hacer nada, pero no puedo negar que de hace un tiempo para acá se encuentra más animada. Me preocupa un poco que ese animo sea por los Howard, porque aunque Jordan y yo no hablamos al respecto, su padre vendrá por June algún día y yo no sé qué tan seguro es lo que tenemos Jordan y yo ahora.

Creo que si por mí fuera tomaría la oportunidad con mis dos manos e intentaría con todas mis fuerza que esto funcione, pero también sé que Jordan tiene heridas qué sanar y no sé si crea que yo soy el indicado para acompañarla en el proceso. Yo espero que sí, porque nunca me había sentido tan vivo.

—Ese niño, June, es muy bueno —me dice mi padre—. Y es muy amigo de Bailey. Jamás la había visto tan apegada a un niño, Kurt.

—Sí. Yo tampoco.

—También te veo muy apegado a la chica. ¿Cuál era su nombre?

—Jordan. Es hermana de June, no sé si te lo dije.

Sé que mi padre quiere saber más de lo poco que le he dicho, pero hace tanto tiempo que no le platico de mi vida amorosa o sexual que es incómodo.

—Es muy bonita —admite—. Y a Bailey le agrada, eso es importante.

—Supongo.

—¿Están saliendo? —suelta la pregunta de una vez y lo miro—. Hay tensión ahí, ya te lo había mencionado.

—No estamos saliendo, pero definitivamente hay algo. Y por favor no le menciones nada de esto a mamá.

—¿Mencionarme qué?

Mi madre deja un plato con dos hamburguesas en mi regazo, le deja uno a mi padre y ella se sienta en la mecedora al lado de papá. Bailey viene por su hamburguesa y se la lleva

Estoy siendo tan observado por los dos que soy incapaz de decirle a Bailey que no puede ir a jugar si está comiendo. Pero ya se ha ido.

—Kurt está saliendo con alguien.

—¿Cómo dices?

—Papá sólo está jugando.

Trato de quitar la emoción en el rostro de mi madre, pero papá sacude la cabeza. —Kurt está mintiendo, Rory. Te lo digo en serio. Los vi flirteando con estos dos ojos.

Mi padre es un auténtico traidor.

—Eres una tumba perforada, papá.

—Nunca prometí no decirle nada a tu madre. Ella apareció antes de que pudiera hacerlo.

Tranquilamente se lleva la hamburguesa a la boca y desde el otro lado miro a mi madre llevarse una mano al pecho y soltar un gemido.

—Kurt —dice—, eso es maravilloso. ¿Por qué no me lo habías dicho?

—¿Por qué no es verdad?

No quiero que mis padres crean que soy un cretino por negarlo, en especial mi padre quien ya ha conocido a Jordan, pero no es exactamente lo que ellos creen, porque de alguna u otra forma Jordan y yo aún no estamos saliendo. Apenas no es hemos besado.

Por supuesto no puedo mencionar eso.

—Kurt, tu madre y yo no te criamos para ser un mentiroso, ¿Qué es eso?

—Es cosa de Trevor, seguramente. Trevor es bien mentiroso.

—Jesús —me paso las manos por el rostro—. No estoy mintiendo. Papá nos ha visto hablando un par de veces, pero es todo. Ni siquiera hemos tenido una cita.

Ni siquiera hemos tenido una cita.

No espero que la frase me llegue duro, pero lo hace. ¿Jordan espera eso ahora que nos hemos besado? Qué complicado es esto, ya lo había olvidado.

—¿Es bonita, Jhonier?

—Mucho. Tiene un pelo rojo muy bonito. El niño también es idéntico a ella.

—¿Niño? —mi madre está observándome— ¿Tiene un hijo?

—Es su hermanito, cariño —papá le aprieta la mano con cariño para tranquilizarla—. Lo metió al equipo y es muy amigo de nuestra nieta. Los tres se llevan muy bien.

Mamá se queda un poco más calmada, pero noto que está masticando lentamente, como si estuviera pensando. Finalmente me mira y dice:

—Es injusto que tu padre la conozca y yo no.

—Yo no he querido que papá la conozca, él es el entrenador, no había de otra.

—Oye. Gracias, Kurt.

Mi madre sonríe al fondo y yo me termino lo último de mi cerveza. La relación con mis padres siempre ha sido buena. De hecho, creo que nunca hemos discutido fuerte, ni tampoco mis padres, y eso es bueno, porque mi hija está creciendo en un hogar unido y ameno, y eso es lo único que me importa.

—¿Puedo pedirte que la traigas un día?

—Mamá…

—No como si nos la fueras a presentar —dice rápidamente—, sino más bien como si viniera de paseo. Ya sabes, su hermanito puede venir y podemos mostrarle los caballos y hacer una barbacoa. Tu padre dice que es muy amigo de Bailey, seguro dice que sí.

Hace mucho no veía ese entusiasmo en el rostro de mi madre, y soy plenamente consciente de que se trata de que después de casi cinco años, yo esté hablando con una chica. Pero aunque no quiero arruinarle la ilusión a mi madre, no puedo pasar por encima de Jordan y no sé que tan buena idea le parezca venir a Clayton a pasar un día con mi familia.

No soy capaz de decirle un no definitivo a mi madre, así que me obligo a sonreír y le digo:

—Se lo diré a ver qué le parece.

Mitades del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora