La última vez que dormí tan a gusto fue hace tanto que ya no lo recuerdo. Por supuesto mi sueño mejoró mucho cuando June comenzó a compartir la casa conmigo, pero nunca, hasta ayer en casa de Kurt, había dormido tan bien.
Sus sábanas olían a su perfume y eran suaves y envidiablemente blancas. Su casa es muy bonita, no se compara a la mía que es muy grande para una sola persona, pero la suya está perfectamente para él y para Bailey y es propia, lo cual la hace más acogedora para ellos.
Estoy saliendo de la casa con June de la mano cuando el taxi justamente se detiene frente a la casa. Últimamente desde que Erin cuida de June en casa de Kurt, dejo mi auto en casa porque al final de la noche Kurt nos viene a dejar y normalmente viene por mí, pero hoy pasó el día en Clayton y viene de camino, así que espero llegar al mismo tiempo para dejarle a los niños a Erin e irnos juntos al bar.
June no ha dejado de pedirme que lo lleve porque se muere por jugar con Bailey, y eso me ha hecho recordar que mi padre no sabe que June ha hecho a una amiga, y que definitivamente será un problema cuando tenga que llevárselo.
Pensar en mi padre llevándose a June hace que el corazón me suba a la garganta porque ya no sé cómo voy a vivir mi día a día sin tener que hacerle el desayuno, ayudarle a bañarse, llevarlo a la guardería por la mañana y a casa de Kurt por las noches.
Definitivamente tendré que pedirle a mi padre que busquemos una solución.
—¿Jordan?
Me giro hacia el sonido de su voz.
Esa voz.
Esa maldita voz.
Aprieto sin querer la mano de June y abro demasiado mis ojos, primero por impresión de verlo después de tantos meses y segundo porque está tan cerca que huelo su perfume, que sin importar que sea tan costoso huele horriblemente.
Pero hay un olor, uno en particular que activa mis alarmas y me hace sentir la necesidad de cargar a June para protegerlo de él.
Alcohol. Huele a alcohol.
—¿Qué estás haciendo aquí, Ian? —no quiero sonar asustada, pero es exactamente como me siento porque Ian nunca bebe y está muy ebrio ahora—. ¿Cómo supiste mi dirección?
Ian se encoge de hombros y se tambalea de atrás hacia adelante. Afortunadamente consigo abrir la puerta, así que sólo necesito entrar rápido y pedirle al taxista que acelere.
—¿Quién es él?
—Nadie. ¿Qué haces aquí?
—No respondías mis mensajes. Necesitaba hablar contigo.
Meto a June en el taxi y le pido que se siente al fondo del asiento.
La última vez que vi a Ian, estaba follándose a la vecina en la misma cama en la que me había hecho el amor a mí tantas veces, porque el día del divorcio, me negué a ir con él. Desde entonces no he visto siquiera un mechón de su cabello rubio. Y no debería sorprenderme el que esté aquí, en realidad. Bloqueé su número y no respondí sus mensajes, siquiera los abrí. Pero es sumamente cuestionable el que sepa mi nueva dirección.
—Ian, tú y yo nos divorciamos hace más de tres meses. No tenemos absolutamente nada de qué hablar.
Estoy a punto de entrar al taxi cuando toma mi muñeca con fuerza. Eso hace que el taxista preste más atención a la situación y saque la cabeza por la ventana. Lo tranquiliza mostrándole mi mano libre.
—Tenemos que hablar, Jordan.
—O me sueltas ahora o iré inmediatamente a poner una orden de alejamiento, Ian.
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Mitades del corazón
Roman d'amourJordan, divorciada a sus veintisiete, siente el peso de no haber hecho funcionar su matrimonio aún sabiendo que no fue su culpa. Y para rematar, en menos de seis meses lo pierde todo y su vida da un giro de 180 cuando aparece un niño frente a su pue...