Rory me recuerda mucho a mi madre. He tenido de parpadear muchas veces en menos de veinticuatro horas y fingir que no estoy pensando en ella con cada minuto que Rory compartía conmigo. Puede que sea el cariño maternal que sentí cada que me preguntaba si estaba a gusto en su casa o si me había gustado la comida cuando ni siquiera dependía de ella porque era pizza a domicilio, pero sentí bien que una madre me preguntara cosas tan insignificantes como esas.
Kurt tiene una buena familia, y se siente bien, de alguna u otra forma, saber que he sido bien recibida aquí y que puede ser mía también algún día si las cosas se siguen poniendo cada vez más serias entre nosotros
Kurt me toma de la mano y me guía por un pasillo. Hemos estado caminando por el establo mirando a los caballos y a los ponis que tiene su madre. Es maravilloso como todos y cada uno de ellos tienen nombre y el uso que la madre de Kurt les da. Yo nunca había escuchado hablar a una persona sobre la equinoterapia. La conocía por una película de Nicholas Sparks, pero Rory me ha informado sobre todo lo que se debería saber. Me parece increíble que alguien se esmere tanto por la salud de niños pequeños.
Y Rory disfruta esto. Lo he sabido por la forma tan cálida con la que habla sobre lo que hace.
—¿Por qué nunca hablas de tu madre?
Estamos en el pasillo con cabinas vacías y la luz es opaca por aquí, pero puedo ver su rostro.
—Perdón que lo pregunte así, pero realmente quiero que sepas que puedes hablarme de lo que sea —sus manos me sostienen firmemente el rostro—. Quiero saber de ti, incluso si es algo doloroso, quiero que lo compartas conmigo, Jordan.
Sin importar que mis ojos están comenzando a arder, sonrío, porque se siente bien que alguien esté interesado en todo el desastre que llevo por dentro.
Jesús, ¿Por qué tardaste tanto, Kurt?
—De acuerdo —Kurt me besa la frente antes de alejarse y recostarse a una puerta de madera a poco pasos de su espalda. Me tomo mi tiempo para hablar—. Se llamaba Glenn. Si te mostrara una foto de ella creerías que soy yo porque éramos idénticas —sonrío—. Es un alivio saber eso porque mi madre era muy hermosa y me gusta saber que me parezco a ella. Que conservo algo de ella.
Hay muchas cosas pasando por mi cabeza ahora mismo, primero son recuerdos y luego dolor, pero decido centrarme en los recuerdos que me hacen bien para poder continuar.
—Tenía cáncer. De ovario —agrego—. Tuvo que dejar de trabajar, ella tenía una panadería, una buena, pero estaba avanzado y solía pasar en el hospital. Afortunadamente meses antes de saberlo Malorie me había dado empleo y yo ganaba bien. Lo suficiente para ayudar con los medicamentos y pagar algunas cuentas y la comida. Pero eventualmente mamá murió y me quedé sola.
Me limpio la comisura del ojo con el nudillo y sonrío.
—De ahí viene mi mala relación con Dixon, mi padre. Ellos se divorciaron años antes de saber que mamá tenía cáncer. Al principio habían llamadas, luego pasaron a ser mensajes hasta que papá no se volvió a comunicar conmigo y sólo nos depositaba dinero —aprieto los ojos con fuerza—. Cuando mamá murió, papá ni siquiera fue capaz de llamarme. Sabía que estaba sola. Y sí, tenía a Ian, pero lo necesitaba a él y nunca apareció.
Sacudo la cabeza para alejar las emociones que están cruzándose entre sí.
—El primer año fue el más difícil. Muchas veces puse sin querer su plato en la mesa porque olvidaba que estaba muerta, y llegar después del trabajo era como llegar al infierno y no a mi casa, porque ya mamá no estaba ahí esperándome para preguntar cómo me había ido ni para reírnos de lo mucho que odiaba el arte de Malorie, pero que por alguna extraña razón me gustaba trabajar ahí.

ESTÁS LEYENDO
Mitades del corazón
RomanceJordan, divorciada a sus veintisiete, siente el peso de no haber hecho funcionar su matrimonio aún sabiendo que no fue su culpa. Y para rematar, en menos de seis meses lo pierde todo y su vida da un giro de 180 cuando aparece un niño frente a su pue...