No era una locura enamorarme a primera vista de él, había algo en su mirada seria y en sus expresiones que me encantaba; ni él ni yo sabríamos en ese momento que nuestras vidas estarían condenadas más adelante. Recordar cada detalle de cada momento pasado junto al espadachín, me hacía comprender en cierto punto el porqué de la existencia del pequeño peso en mi pecho en ese momento.
Un leve salto y un pequeño quejido, hicieron que mis ojos se llenaran de lágrimas, mientras daba leves palmaditas en su pequeña espalda.
Eran precisamente esas escenas íntimas que sacaban mi lado vulnerable a relucir, la manera en como ella se sujetaba a mí en un abrazo en busca de protección y valor, me hacía temblar de sobremanera. Era tan rico el olor de bebé que era inevitable encontrarme besando su pequeña cabecita y apretarla más a mi pecho, como queriendo esconderla dentro de mí para protegerla de todo.
"Mi niña", susurraba, "Mi niña hermosa".
Otra de las tantas cosas que tenía en común con Zoro, era el de no creer o rezar a divinidad alguna; pero empezaría a hacerlo para agradecer el hecho de que mi hija había salido igual a mí.
No había rastro alguno de Zoro Roronoa en mi pequeña, el color de su cabello era negro igual que el de mi madre*, y su rostro, su pequeño y bello rostro se veían adornados por cada una de mis facciones; ¡Literalmente era una copia mía!, y a pesar de que quizás aún sea muy pequeña para definir sus rasgos, era notorio desde ya, que el espadachín no tuvo ni una manifestación en la creación de esta criatura.
Pensar en que quizás aquella pequeña belleza no hubiera existido, sonaba irreal a estas alturas; aunque no podría decir que ese pensamiento sería egoísta, ya que dada la situación en la que me encontraban, era fácil de ver que siempre tuve razón en querer privar de todo el sufrimiento a esta hermosura.
La principal razón de mi elección fue porque no tenía nada que ofrecerle; eso no había cambiado ni un ápice, pues seguía en la misma misera en la que Trafalgar Law nos había condenado a ambas. Incluso, la decisión de terminar con su embarazo, fue porque para darla en adopción, tendría que pasar nueve meses donde la posibilidad de esconder su barriga era nula.
Pero ahora, con estos pequeños piecitos golpeando suavemente, ya no sabía qué hacer por su bien.
- ¿Ya te vas a levantar, hermosa? - besé su cabecita - Sí, ya te vas a levantar, mi amor - era irresistible a su ternura - No me salve de sus ojos, ¿Verdad? Tienes esas pequeñas esmeraldas que siempre me gustaron.
- ¿Tienes debilidad por los ojiverdes? - mi niña empezó a llorar - no deberías tener fuertes emociones, (Tn)______-ya, ellos lo sienten.
- Deberías irte entonces para no ponerme así - lo fulminé mientras empezaba a arrullarla - vete, le daré de comer.
- ¿Cuándo piensas ponerle nombre? - me ignoró - ya lleva dos semanas de nacida y no sé como dirigirme a ella.
- Preferiría que no te dirigieras a ella - regañé en dientes - es mejor que no tenga nombre, así nadie sabrá quien es.
- Sabes que Urano le queda perfecto.
- ¡Cállate! - grité sin medir la reacción a mi hija - sigo sin entender qué quieres de nosotras - empecé a llorar - ¿Por qué, Law? ¿Por qué después de todo?
De nuevo, silencio.
Sequé mis lágrimas, y sin un ápice de vergüenza, empecé a amamantar a mi pequeña copia perfecta; tratando de ignorar que teníamos público en ese momento.
- Necesito saber por qué tuve que tener una vida tan accidentada - dijo sin más antes de retirarse.
* * *
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Mala (Zoro Rorona x Reader)
Fanfiction¿Te hace un error, una mala persona? Muchas veces creemos que la vida solo se puede dividir en dos colores: el blanco, y el negro; pero conforme van pasando los años y las experiencias, nos damos cuenta de la cantidad de grises en cada persona. Las...