29. Inocencia.

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— Toma —le dio un vaso de plástico— es jugo de mango.

Sus pequeños dedos agarraron el recipiente, y después de terminar de pasar el pan que le había ofrecido con anterioridad, tomo de un sorbo todo el contenido que le había dado su nuevo "amigo", Jean Bart.

— Estuvo rico —pasó su pequeña lengua por sus labios— gracias tío. 

— No me llames así, pequeña, no soy tu tío —retiró suavemente los recipientes del regazo de la menor. 

— Lo siento —agachó su cabeza levemente— es que extraño al tío Sanji.

La incomodidad se reflejaba en el rostro del pirata, pues no quería que la niña se encariñase con él; y aunque no lo dijera en voz alta, él tampoco quería encariñarse con ella. 

— ¿Todo anda bien? —preguntó Law mientras ingresaba a la habitación— Hola Urma. 

En reflejo, la pequeña morena se ocultó detrás de Jean Bart, solo asomando levemente su rostro para visualizar al hombre tatuado con mirada ojerosa. 

— ¿Ha comido?

— Sí, capitán. 

— Bien, no queremos que pase hambre —se acercó hasta el borde de la cama— ¿Verdad, preciosa? 

Urma solo asintió, siguiendo con la mirada aquellos ojos grises del cirujano.

Law se sentó en el borde de la cama, y le indicó con la cabeza a su subordinado que saliera de la habitación, quién alzó su cuerpo para acatar la orden; sin embargo, al dar un par de pasos, la pequeña morena siguió al "hombre oso" rápidamente para sostenerse de su pierna. 

— Urma, ¿Puedo hablar contigo, preciosa? —Law sabía que tenía que ser paciente para que la pequeña no reaccionara de una forma en la que perjudicara a todos en el submarino— ¿Por favor?

Ella alzó su mirada, buscando el permiso del único adulto en quién se pemritía confiar en ese momento; y este le dio un asentimiento de cabeza, haciendo que —con dudas— se sentara al costado de el hombre, aunque a una distancia considerable.

— ¿Quieres que Jean Bart se quede? ¿Confías en él? —sin duda, ella asintió freneticamente— bien. Jean, sientate en esa silla por favor —indicó a su subordinado— ¿Mejor? —volvió su vista a Urma, que se le notaba ligeramente más relajada.

— Sí.

— Muy bien —se acomodó en su lugar para ponerle toda su atención— ¿Tu mamá no te ha contado de nosotros, Urma? 

— No —negó suavemente.

—  ¿Y tú no recuerdas haber estado aquí? 

— Jean Bart dice que sí.

El cirujano miró brevemente al mencionado que se asustó un poco por la mención.

— ¿Así? ¿Qué te dijo Jean Bart?

— Que yo he vivido aquí —empezó a jugar con su polo que le quedaba como vestido— pero no recuerdo nada; siempre creí que mi mami y yo éramos de...

— ¿Tu mami nunca te habló de donde venían? —interrumpió.

— No. Solo que mi papi estaba muerto y que me amaba mucho —abrazó suavemente su cuerpo— aunque creo que me mintió en eso.

— ¿Por qué lo crees? —prestó total atención.

— Porque tío Zoro me dijo que no era así.

Mala (Zoro Rorona x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora