24. Primeros encuentros.

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Si fuera un humano normal, quizás sus brazos se habrían roto ante tanta presión, pero él no era un humano normal; su fuerza física adquirida en tantos años de entrenamiento nunca se habían visto tan reflejados, ni siquiera cuando peleo con dos yonkous. En ese momento, todo lo adquirido se ponía a prueba con el solo peso que ejercía una niña de cuatro años haciendo un berrinche que escalaba a grados mounstrosos.

- ¡Urma! - levantaba con dificultad su mano para su cabeza, mientras movía con esfuerzo inhumano sus falanges para tratar de brindar tranquilidad a la pequeña morena, que se hallaba llorando inconsolablemente - ella no era real.

- Mami, no me quiere - decía en medio del llanto - no quiere que tenga un papi.

Zoro ahora confirmaba que el peor dolor de un padre, era ver sufrir a sus hijos.

Más cuando veía como todo a su alrededor se distorsionaba al punto, donde no podía reconocer ni donde estaban parados.

- Urma...

- Mami me dejó, ya no me quería.

La pequeña morena se encontraba en una situación donde no era posible negociar con ella; su cara se encontraba cubierta por sus cabellos desordenados, aunque se podía ver que debido a las lágrimas, parte de esta estaba pegado a sus cachetes, que ahora estaban rojos debido al esfuerzo del llanto. El peso que ejercía con su poder, no ayudaba siquiera a que él pudiera buscar su mirada.

Pero eso no lo detuvo. 

Con el sudor reflejandose hasta en la palma de su mano, usó lo que le quedaba de fuerza para coger el pequeño mentón de su hija, y obligarla a que sus ojos verdes conecten.

Y la cólera reemplazó el sentimiento de desesperación en el espadachín, pues solo quería golpear a aquella figura inexistente que hizo que los ojitos de Urma se encuentren rojos e hinchados.

- ¡Urma, escúchame! - gritó - ¡Yo te quiero, y te juro que voy a protegerte siempre! - no pudo evitar dar un alarido por el dolor que sentía en ese momento - ¡Eres mi hija, Urma!

No sabía si el silencio que se había generado alrededor había sido producto a que sus tímpanos posiblemente se hayan roto por el constante rugido que daba Sunny; aunque la duda se le despejó cuando escuchó la respiración de Urma de una manera en la que trataba de calmar su llanto erráticamente.

Levantó la vista, viendo que ya no requería de tanta fuerza como antes, concentrándose únicamente en aquellas, ahora, esmeraldas estáticas que lo miraban con algo que para él se le hizo fácil reconocer.

Esperanza.

El peso en su cuerpo se alivianaba; sin embargo, sus rodillas flaqueron levemente haciendo que se coloque de rodillas aún con Urma en brazos.

Las manos suaves ajenas se colocaron en su rostro, y él no pudo evitar cerrar los ojos queriendo aprisionar una lágrima que amenazaba con derramarse involuntariamente. Sintió como ambas manitas se alejaban de su rostro para tomar lugar en sus hombros, concretándose en un abrazo alrededor de su cuello, con ahora un ligero peso posándose en su hombro.

- ¿Papi?

Cerrar los ojos no sirvió de nada.

- Sí - no supo en que momento se le cerró la garganta - estoy contigo, Urma.

Pero el destino es cruel para aquellos que buscan esperanza en otros lados que no sea en uno mismo, y aunque la vida les regalo un par de minutos en ese abrazo, el tiempo corría y el karma también.

"Shambles"

El vacío se hizo presente en sus brazos, haciendo que se desbalanceara por un segundo debido a la conmoción.

Mala (Zoro Rorona x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora