13. Llamado de la sangre.

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- No deja de preguntar - expresó Nami preocupada - ya no sé que más inventar para que no se ponga triste.

- ¿Y si le dices la verdad?

- ¿Qué verdad? ¿De que no tenemos ni una idea de donde está su madre? - regañó Sanji - Ten compasión por la hija de tu nakama, marimo.

- Ella podrá entenderlo y seguir adelante, no es de que vaya a estar sola.

- Porque tú y tu calidez la acompañarán, ¿Cierto?

- ¡¿Qué tienes en mi contra, maldito cocinero?! ¡Sólo propongo soluciones!

- ¡Pues tu soluciones son una mierda! 

- ¡Basta ya los dos! - los detuvo la navegante de un jalón de pelo - ¡¿Qué rayos les pasa?!

La última pregunta no había sido para nada una casualidad, pues incluso Nami quién habitualmente era la que los separaba en cada estúpida pelea que tenían, sentía que últimamente las peleas de ambos iban en serio.

Zoro no tenía ni una idea de lo que era lo que le ocurría al cocinero y el porqué se ensañaba, y no era que Sanji no quisiera reclamarle aunque sea en privado; pero este último no tenía ni una prueba de lo que le fastidiaba en la cabeza.

Franky y él sabían el estado de ánimo en el que se había ido su ex nakama, ellos estaban muy al tanto de los sentimientos de ella hacia el segundo al mando; y aunque nunca se imaginaron más allá de un amor platónico no correspondido, la aparición de Urma solo creaba más preguntas que respuestas.

El día que zarparon con la pequeña a bordo, Sanji no pudo dormir debido al tormento de posibles hilos conectados en su cabeza; cosa que hizo que se desvelara en la cocina tratando de despejar su mente, pero ello fue peor debido a que cierto cyborg se encontraba en el mismo estado de insomnio que él.

Ni si quiera fue necesario que ambos comentaran algo, sencillamente se miraron a los ojos cansados del otro y lo supieron.

"- ¿Tú también lo crees? - preguntó Sanji, mientras cortaba su enfoque para botar el humo del cigarro.

- No quiero culpar a hermano Zoro.

- No, ni yo - tomaron asiento - no habría forma de saber.

- No - se rascó la nuca el cyborg - ella es igualita a la amiga.

- Salvo por sus ojos - pausó - pero te juro, que mientras más me fijo en ella, más le encuentro algún parecido con ese idiota.

- ¿Te fijaste en su naricita?

- Sí, es igual a la de él.

- Los ojos.

- Mierda - suspiró exageradamente - creo que hasta cuando frunce el seño tiene su misma expresión.

- Y tiene un carácter fuerte.

- Eso lo tenían los dos - descartó Sanji - por eso se entendían bien.

- ¿Tú crees que...?

- No lo digas - lo cortó - no lo digas en voz alta. Porque una vez que lo digas, esa idea se va a materializar en mi cabeza." 

No, no lo había dicho en voz alta en la semana que tenía la pequeña morena a bordo, pero mientras más la veía y convivía con ella; aunque fuera una alucinación en su mente, más le encontraba algún parecido a Zoro.

- Nada, Nami-swan - giró para emprender su camino - le ofreceré una ensalada de frutas a la pequeña dama. ¿Tú también quieres, mi flor hermosa de jardín? - como acto de magia, su actitud fue todo amor.

Mala (Zoro Rorona x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora