Me quedé embobada viendo lo hermosa que era la protagonista de esta novela, sus ojos eran como joyas preciosas y su piel blanca como la porcelana.
No sabía que decir, al menos sabía que Junny aún no era mandada a la santa sede para terminar con el dragón, tal vez debería utilizar esta oportunidad a mi conveniencia.
La historia aún ni siquiera comenzaba si ella seguía aquí.
-Ayuda... -mis palabras salieron con dolor y asustadas-. Necesito esconderme antes de que esas personas me encuentren...
Sus ojos se agradaron y rápidamente miró tras de mí, todo estaba en silencio pero no podía asegurar que no me estuvieran siguiendo.
-¿Puedes levantarte? -su suave voz sonó determinada.
Me levante con algo de dificultad pero en realidad estaba bastante bien, solo tenía una cortada en la rodilla y la mano derecha, ella tomó mi mano junto con mi brazo con una mirada preocupada y algo seria.
-Ven, por aquí estarás segura.
Ella no dijo nada más mientras observa una última vez atrás de nosotras, caminamos hacía una pequeña capilla, donde no parecía haber nadie.
-Quédate aquí, traeré algo para curarte.
Vi como la toca que cubría su cabello y se movía con gracia en su caminar.
En realidad tenía duda a qué clase de dios era al que profesaba, en la novela no mencionaba nada de eso así que observe un poco más a fondo.
Una mujer tallada en mármol deja a ver su largo cabello al aire mientras su rostro estaba cubierto por una tela, lo único interesante era que en sus manos sostenía una copa.
Era algo subjetivo, nunca había sido religiosa pero esto era interesante.
-Lamento la tardanza.
La voz de Junny me hizo voltear a verla, la joven tenía una sonrisa amable en sus labios.
Sin decir nada tomó con suavidad mi mano lastimada, el toque era cálido, como si tratracé de tomar a un osito de felpa.
No me interesaba perder un orgullo que no tenía, necesitaba un lugar donde resguardarme hasta que las cosas se calmaran.
-Eres una persona amable, gracias por tu ayuda.
Mis palabras no fueron suaves pero lo estaba diciendo de verdad.
Negó con la cabeza mientras su sonrisa se volvía más grande.
-Ese es mi deber, un placer ayudarte -sonrió ante sus palabras-, por cierto mi nombre es Junny Fresta.
-Un placer, soy Luna -mi voz sonaba más relajada así que le sonreí después de una mueca al contacto de la pomada.
Después de curar ambas heridas la joven se sentó a mi lado en silencio.
-¿Cómo se llama la diosa?
Sus ojos se agradaron ante mí pregunta pero cambiaron a soñadores.
-Shera, es la diosa de la luz y el inicio de todo.
Bonito nombre para alguien que parecía maldecir a sus portadores de poder.
-¿Puedes contarme un poco más?
-Por supuesto.
La diosa Shera fue la creadora del mundo y su guardiana pero como en toda buena historia existía una parte malvada, el dragón carmesí que siendo creación de ella se rebeló para quitarle su poder e intento matar a la diosa, tras haber perdido la guerra, su poder quedo encerrado en un letargo eterno junto a él.
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La Bailarina Del Dragón
Fantasy¿Por qué dejar que mi camino sea trazado por una novela? No me gusta la típica heroína que necesita ser salvada, ni la típica villana que intenta arreglar su vida con los personajes principales para no morir en su historia. Al diablo todo eso. ¡Toma...