La joven se quedó callada en su lugar sorprendida y con la mirada pérdida sobre mí esperando a que explicara más sobre su situación.
—La señorita Fresta no posee magia alguna. —negó Klieb sin creerme.
—Tal vez su magia este dormida... —la esperanza de Sonia estaba basada en el desconocimiento de lo sucedido.
—Yo también lo pensé —admití sin ganas y sin mirar a nadie más que la taza de té frio que no tome— pero hubo ciertas cosas que pasaron donde ella necesito de ayuda mágica para que la condición de su salud mejorará.
Junny se tenso al recuerdo de Rayhan cuidándola mientras ella dormía.
—Eso quiere decir que la historia cambió a como la habías leído. —sentenció Sonia amargamente.
—Me temo que el libro que dejo la diosa está perdido y de poco sirve su guía si la santa no posee su poder.
El silencio incomodo entre los presentes fue evidente, no culpaba a Junny pero supongo que ahora ella estaría en un dilema sobre su propia existencia.
—Por eso me pediste que te llevara a la santa sede —las palabras de Klieb eran juiciosas—, llamarla fue lo primero que hiciste apenas llegamos, sabias que ella era la santa.
Sentí el sudor en mis manos apretadas contra la tela de la falda, no estaba molesta por sus palabras pero tampoco podía negar su acusación, entendía un poco su enojo hacia mi actuar, ser utilizado sin darse cuenta nunca es agradable.
—Yo también quería ser salvada de ellos... —desvíe la vista a la mesa intentando mantener la calma de mi voz—. No sabía que ella ya no sería la santa.
Todo el lugar fue sepultado en un silencio incomodo, la verdad había sido dicha pero yo aún tenía mis dudas de cómo llegamos todos a este punto por ahora solo intentaría averiguar sobre las marcas en los brazos.
—¿Existen maldiciones de magia? —tras un largo tiempo por fin me aventuré a preguntar.
—Sí, pero eso es magia oscura. —Sonia alzó la vista confundida por mi pregunta.
—¿Quedan marcas en el residente que la hace?—pregunté extrañada.
—No y tampoco tengo entendido que las personas malditas tengan alguna marca.
Asentí largamente aún tenía unas preguntas que hacer.
—¿Qué sabes tú de todo esto y porque estás interesada en todo sobre la magia?
La pregunta provino del guardia que no dejo de juzgarme con su mirada.
—Leo, ¿qué sucede? —Klieb se vio extrañado por el actuar de su guardia.
Lo contemple un poco, sus ojos cafés no dejaron de analizar ni el más mínimo movimiento de mi cuerpo, solo hice una mueca de disgusto.
—¿Qué se? —solté un bufido enojada—. Nada, ese es el problema, si entendemos que clase de magia realizo la diosa para pasar su poder a la santa, tal vez entienda porque el dragón negro actúa con suma cautela.
No dude en responder porque quería respuestas y si iba a enfrentar a Ezriel necesitaba más información.
–Dijiste, ¿dragón negro? —la voz de Sonia parecía aterrorizada.
—Junny y yo estábamos ahí, no... había nadie más que él en el norte —contemplé a Junny rápidamente pero ella ni siquiera parecía reaccionar ante mi relato—, quiero saber que pretende hacer.
—¿Aún posee poder mágico?
La pregunta se Sonia nos sorprendió a Junny y a mí.
—¿A qué se refiere? —pregunté nerviosa.
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La Bailarina Del Dragón
Fantasy¿Por qué dejar que mi camino sea trazado por una novela? No me gusta la típica heroína que necesita ser salvada, ni la típica villana que intenta arreglar su vida con los personajes principales para no morir en su historia. Al diablo todo eso. ¡Toma...