Capítulo 8

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Caminé al principio por mera curiosidad donde esperaba estar equivocada pero al mismo tiempo realmente quería verlo con mis propios ojos.

Desde pequeña siempre leí historias de héroes y dragones e incluso las películas lo tenían, estaba ciertamente emocionada ante la idea.

Sumando que estaba dormido, no podía pasar nada malo, ¿verdad?

Lentamente se hizo más fuerte el ruido, pare un momento para pensar si realmente quería hacer eso pero me dolían los pies y el sol ya ni siquiera se veía así que, de perdidos al río...

El bosque comenzó a tomar vida, era frondoso y verde a diferencia de todo lo demás pero no había un solo ser ahí.

La respiración fue tan fuerte que casi salgo aterrorizada de ahí.

Para mi grandiosa curiosidad solo vi una gran pared oscura, la tomé con las manos pero era dura y fría.

—¿Qué es esto? ¿El límite de algo?

Mi mano se movió intentando encontrar algo pero no hubo nada.

—¡Ayúdenme a encontrarla!

La voz de Ezriel sonó alterada.

Entonces eso significaba que no debía estar ahí, sonreí para mí, necesitaba esconderme.

Así que seguí caminando más rápido, con la mano pegada a la pared comencé a recorrer el lugar, ahora la temperatura había aumentado e incluso comenzaban verse flores de todo tipo en el piso.

Mi mano tembló, mejor dicho, la pared tembló con fuerza.

Mis pies tropezaron al moverse hacia atrás y caí en un golpe seco.

Ahora que veía bien la pared comenzó a verse roja y se movía suavemente.

"Estás loca... Eso no es el dragón, ¿verdad?"

—¡Luna!

Me puse en pie cuando fui llamada por Iris, la pequeña me vio pero comencé a correr hacia lo que se suponía que era la cabeza del ser.

Corrí tan rápido como pude pero mis pies se enredaron con algo.

Sin darme tiempo de levantarme unas plantas comenzaron a subir por mis pies inmovilizándome.

—¡Luna!

Ezriel se paro justo frente a mí, la distancia no era mucha pero comencé a forcejear para quitarme las plantas.

—¡Espera! ¡detente! —se agacho junto a mi—, deja de moverte y te dejaran ir.

Ante mi desesperación fue imposible hacerle caso así que seguí moviendo los pies.

En un segundo sentí un peso sobre mi cuerpo.

Los ojos de Ezriel están tan cerca de los míos, con sus manos sujetó las mías dejándome inmóvil.

Me quedé quieta por el susto, lentamente sentí como las plantas liberaba mis pies.

—Muévete.

Ante mí actuar Ezriel soltó un suspiro pero me dejó ir, se levantó colocándose a mi lado mientras aun me contemplaba.

—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó serio pero no molesto.

—Me perdí.

No me importaba cual era la repuesta, era obvio que no me iba a creer.

Intenté pararme pero mis piernas no reaccionaron era como si estuvieran dormidas.

—No vas a poder moverte —aclaró el guardián mientras me veía luchar contra mi cuerpo.

—Entonces déjame aquí.

—No puedo porque te volvería pasar lo mismo, esas plantas son un mecanismo de defensa.

¿Plantas mágicas para defensa? Supongo que por eso no había ningún ser vivo por aquí.

No le iba a pedir ayuda así que mire a los lados, seguramente podría engañar al sistema pero tardaría un rato en lo que mis pies reaccionaban.

—Que terca eres.

Antes de decir nada me tomo en brazos para moverme del lugar.

—¿Por qué a ti no te atacan? —cuestioné ofendida.

—Porque soy el guardián.

No me dio más respuesta.

Crucé mis brazos en mi pecho en forma de indignación, no intercambie miradas con él, pero pude notar que su fuerza era espectacular y su pecho bastante fornido, su hubiera sido otra situación seguramente estaría babeando por él.

Volvimos al gran ventanal, la puerta estaba completamente cerrada. Un círculo brillante se coloco bajo sus pies y en un destello volvimos a estar dentro de mi cuarto.

Caminó lentamente a la cama dejándome con sumo cuidado, antes de que se alejara tome su brazo con fuerza.

—¿Por qué haces todo esto? —pregunté enojada.

—¿Cuidarte? —su voz salió en un hilo extrañado.

—Volverme loca —sentencié apretando un poco su brazo—. ¿Qué ganas con tenerme aquí? ¿Por qué me mataste antes? ¿Qué tengo que ver yo con toda esta historia?

Sus ojos se oscurecieron y sus labios permanecieron en silencio, mis ojos se nublaron a causa de las lágrimas.

—¡Nunca esperes agradecimiento de mi parte!

Fue todo lo que mis pulmones me dieron para gritar.

Él desapareció sin más pero su mirada solitaria fue lo único que me hizo estremecer.

Mis lágrimas por fin corrieron desde lo más profundo de mi corazón, ¿qué demonios estaba pasado?

La Bailarina Del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora