—¿¡Mi padre no será arrestado!?
Con unas simples palabras del príncipe, había logrado volverme loca en un instante.
Apenas pasaron tres días desde nuestra llegada al sur.
Ezriel no se contacto conmigo, ni siquiera Rayhan, cosa que alivio mi corazón.
Me enteré que habían ganado sin ninguna baja en sus tropas pero las de mi padre se vieron mermadas en segundos bajo el poder de los soldados del norte.
Ninguno de los dos dragones uso magia y aun así se levantaron con la victoria.
Cuando Klieb me contó eso la noche pasada solo pude preocuparme por el inmenso poder que poseía el norte, sin necesidad de un gran ejército ganaron, aunque nosotras ayudamos a una mejor protección no quería imaginar la destrucción si tuvieran todo el poder completo.
Y mi padre por desgracia, solo fue recluido bajo el resguardo de la casa real, la mansión del ducado fue despojada de su poder pero no lo habían arrestado porque necesitaban la información del norte.
A pesar de que mi padre era culpable lo necesitaban para poder atacar.
—Entonces... ¿El rey utilizará a mi padre para enfrentar el norte?
Klieb lo pensó durante un momento.
—Estoy seguro que mi padre quiere terminar con ellos también.
Decir eso era peligroso porque entonces estábamos seguros de que iríamos a la guerra sin siquiera una santa que los salvará.
—¿No puedes retrasar el ataque? —pregunté un tanto angustiada.
—No creo que sea fácil, ni mucho menos viable, intentaré convencer a mi padre de que debemos de buscar a la santa tal vez eso nos lleve tiempo pero igual alertara al norte.
La guerra iba a ser inevitable a este paso.
—Intentar contactar con los otros dos reinos, ¿no es una opción?
Estaba un tanto desesperada por la situación, seguramente no tendría salvación y me vería obligada al volver al norte.
—No lo sé, mande cartas cuando volví al castillo, no creo recibir respuesta antes de terminar la semana.
No pude evitar sentirme abrumada por toda esa información, necesitábamos tiempo y era lo que menos teníamos.
—Buscaré una opción para hacer que mi padre recapacite pero no aseguro nada.
No eran consuelo sus palabras, ambos estábamos seguros de que no evitaríamos la guerra.
—¿Tienes alguna opción? —preguntó Klieb esperanzado.
—Si... No lo sé —admití mientras me hundía en mis pensamientos—, dame unos tres días más y terminaremos el contrato.
—Confío en Junny y en ti —contemplé el reflejo del espejo mirando los ojos verdes seguros y una sonrisa fina en sus labios.
Claro, él no sabía que Junny estaba ayudando para salvar a su amado dragón y yo ayudaba para salvar mi vida, una idea que no deje de remarcar en mi mente cuando veía a la joven.
—Tengo que irme, te veo mañana.
Las despedidas siempre venían del príncipe aunque al principio fue distante, ahora se veía un poco más cómodo.
Me hundí en mi silla de la biblioteca dejando a un lado el espejo en la mesa.
Me sentía agotada mentalmente, todo lo que hacía en el día era estudiar los otros reinos y un beneficio para todos, incluyendo al norte.
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La Bailarina Del Dragón
Fantasy¿Por qué dejar que mi camino sea trazado por una novela? No me gusta la típica heroína que necesita ser salvada, ni la típica villana que intenta arreglar su vida con los personajes principales para no morir en su historia. Al diablo todo eso. ¡Toma...