Capítulo 6

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—Hasta que por fin me llamas.

Me quedé petrificada ante la voz.

La recordaba muy bien, demasiado bien para mi propio gusto me estremecí sin dejar de temblar.

Roté lentamente hacia la figura recién llegada.

Un hombre de cabello obsidiana largo y ojos color carmín me miraban divertidos y en su rostro bronceado una gran sonrisa.

Sus ojos eran como la portada del libro, pero esta vez una capa oscura cubría su cuerpo dejando ver su silueta siniestra, no sabía qué significaba que él estuviera aquí.

—¿Por qué estás aquí?

Mi voz apenas salió de mi garganta, estaba muy asustada.

—Me llamaste.

—No te equivoques, yo no lo hice.

Parecía que todos estaban tan sorprendidos como yo, porque lo único que se movió fue su cabello con gracia a causa del viento.

Su sonrisa se volvió una fina línea y señaló mi garganta.

—¿Quién te hizo daño? —su voz profunda nos hizo temblar a todos.

No pude responder, mi boca no se movió por más que quise.

—Pregunté, ¿quién te hizo daño?

No voy a mentir, estaba aterrada de lo que podría pasar si alguien decía algo mal.

—Fui yo...

Sus ojos rojos pasaron a mí, los entrecerró desconfiado dando un paso al frente, yo di uno atrás por instinto.

Se quedó quieto al ver mi reacción y negó.

—¿Qué acaso querías volver a morir?

Sus palabras frías me hicieron estremecer, sin darme tiempo a responder continuo.

—Si rogabas por ayuda no creo que ese fuera tu objetivo, solo estas asustada.

—¡Aléjate de ella! —el príncipe camino en su dirección con la espada en mano.

El recién llegado alzó la mano hacia él, no sé qué haría pero sabía que no iba a salir vivo el príncipe de esto.

—¡Detente! —grité colocándome frente a Klieb por miedo a que las cosas se salieran de control, trague fuerte pero aquel hombre bajo la mano.

—Ellos te quieren matar pero tú lo defiendes, ¿tarde mucho en volver a encontrarte?

Su voz fue confusión total, era como si esperaba que dejara que lo matará o algo así.

—Nosotros no le queremos hacer daño, estábamos buscándola para protegerla.

Klieb tomó mi hombro y me jalo, con una sonrisa suave me dejó tras él.

Lo sujete del brazo desesperada, no tenía que hacer esto, ni siquiera yo entendía que estaba pasando.

—Detente, no sabemos de lo que es capaz —susurré desesperada como si él no estuviera frete a nosotros.

—Ve a que curen tus heridas, nosotros nos encargaremos de esto.

Varios soldados rodearon al sujeto quien no me quitaba la mirada, fui sostenida por dos guardias de los brazos.

Intenté soltarme pero fue inútil su agarre era fuerte.

—Suéltala...

Tal vez, con un poco de suerte si el sujeto hacia algo para hacer que los guardias me soltaran podría correr.

La Bailarina Del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora