O1 ! me disgusta que me gustes, pendeja.

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Por suerte el día no había sido tan malo como había pensado, y no era algo raro en mí preocuparme más de lo que debía por las cosas. Tal vez y la verdadera razón por la cual llegaba con mi cara de perro todos los días a la escuela era una exageración de mi parte. Si éramos más específicos del por qué sería; todo.

Al menos no había sido un día tan típico como los otros.

Si bien, el que se podía considerar mi amigo más cercano no había estado molestando como mariposa colorida a mi alrededor. ¿Acaso debía de estar agradecido o irle a meter una patada por dejarme olvidado? Tomaré la primera idea como la respuesta que estaba buscando.

Estaba a nada de salir del salón de clases con una diminuta sonrisa en mis labios al no tener tarea de la cual preocuparme, porque es lo que todo adolescente hormonal necesita, menos tarea que equivale a dos por ciento más de ganas de vivir la vida pedorra. Hasta que sentí un tirón en la manga de mi suéter que me impidió seguir.

Y creo que no es necesario decir quien era el causante.

—¿Me sueltas? —Pregunté lo más calmado que podía. Aunque, si ese estúpido me conociera lo suficientemente bien, sabría que no me faltaban ganas de meter un golpe en su bella cara.

Ugh.

—No puede ser que estés con tu cara de pocos amigos otra vez. Y yo que creí que dejarte solo por un rato te haría más feliz.

Pues no.

Lo miré de vuelta, sin poder evitar analizar mejor sus facciones completamente gloriosas. Al estar casi nuestros pechos rozándose y su aliento goleando mi cara, podía notar esos pequeños lunares que nadie más podía, junto aquella cicatriz en su ceja a causa de un mal corte. Sonreí por inercia, Han Jisung era un estúpido de primera.

Y guapo a más no poder.

Me disgustas, tarado. Porque si fuera por mí, ya me tendrías en el piso rogando por golpearte la cara.

—Me harías feliz si me compras una docena de dulces. —Le sonreí esperando mostrar mi entusiasmo hacia la sola idea de tener demasiados sólo para mí. —Incluso podría dejar que me beses.

—Nah, así no tiene chiste, cariño. —Sonrío con sus ojos brillando repletos de burla.

Cariño.

Odié ese pequeño estremecimiento que recorrió por mí cuerpo, sin olvidar las tontas cucarachas que comenzaron con su revolución de todos los días por tener a Jisung cerca.

Y todos sabemos que las cucarachas se multiplican más rápido de lo que logro respirar.

Yo odio muchas cosas, y entre ellos esta mi supuesto amor hacia el moreno de enfrente.

Y no quería ni imaginar lo rojo que me podía encontrar.

Mucho menos lo que fuera a pensar ese fácil de mí.

— ¿Y qué es lo que quieres? —Pregunté de forma intentando alejar todo lo que ese chico causaba en mi estómago, lo cual se volvía más desagradable con el paso de los segundos. —Porque por si no te has dado cuenta ya me quiero ir.

—No te puedes ir aún. —Se acercó aún más. Sentí que podía caer debido a la impresión, aún no me podía acostumbrar a los arranques de Han por tenerme cerca de su cuerpo, menos cuando no solía ser suficiente para él. — Falta algo para que puedas irte. —Y esa tonta sonrisa que se cruzó por su cara me hizo saber que seguía cayendo en picada.

Miedo.

— ¿Q–qué haces, Han? —Intenté empujarlo con mis manos sobre su pecho, pero este me tomó por las muñecas mientras no apartaba sus ojos sobre los míos. — ¡Mierda Han, habla!

Estaba a nada de golpearlo, es más, sentía la necesidad de hacerlo para mantenerlo lejos de mi radar.

Pero aquel no dijo nada, en cambio se agachó para dejar un beso en mi frente. Sus labios tibios me golpearon dejándome ido por un rato, ni siquiera la tonta risa del menso ese pudo sacarme de donde sea que estaba.

Vamos, eso último fue sólo un plus para mandarme más lejos.

Y con eso pude sentir como todo se iba por la coladera otra vez, donde mis sentimientos parecían bailar en un tubo a su mejor postor, que en este caso era el amor por Jisung.

Es un estúpido beso sin importancia. No sueñes tan alto.

Y lo odié más si se podía, porque yo tenía razón, para él esto es sólo un jueguito causado para molestarme.

Y aparte de irritarme, comenzaba a agradarme.

𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎𝒂́𝒔 𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒐́ ⎯  minsung / banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora