« Pídeme lo que quieras que yo por ti haría cualquier cosa »
— ¿No te gustó la película?—Su pregunta sonó más afirmación que lo que se suponía que era. Cambió a contestar, me aferré a sus hombros y recosté mi barbilla en ellos. —No me has respondido.
— Creí que lo habías hecho tú mismo.
—Minho...
—¡Ya! Si me gustó pero no mucho, me dio miedo y no me gustan las películas que dan miedo. —Odiaba sonar como un bebé, pero no podía con el sentimiento de advertencia que me causaban las películas de terror, por eso siempre trataba de evadirlas, por el bien de todos.
—¿Crees que no me di cuenta? Me dejaste todo maltratado el brazo. —Reí y le lancé un besito sabiendo que no podía verme.
—Oye, ¿Quieres novio o no?
—¿Esto es lo que tengo que pagar para que estés conmigo?
—Síp, pero también mis arranques de baja autoestima, junto con ello las veces que quiera hablar y hablar aunque me escuche todo estúpido. Ya sabes, cuando hay amor no importa lo idiota que sea la persona.
—Escucharte hablar de esa forma me hace sentir muy ilusionado. —Podía notarlo, Chan era como un libro abierto, esos que tenían tapa dura pero que eran tan fáciles de entender y apreciar.
—Bueno, tú me haces sentir como un pollito sin frío. —Sonreí y besé su coronilla para después apegarme más a su espalda, sus manos me sujetaron con más fuerza de las piernas. Hasta ahora, después de estar caminando por más de cinco minutos, me comenzaba a preguntar el cómo me estaba soportando, si yo era un tipo rellenito y él uno delgado. —¿No te duele?
—¿Dolerme?
—O sea, yo.
Rio. —No eres tan pesado como dices ser. Y he estado haciendo ejercicio, ¿Qué no ves? —Rodé los ojos, pero esa sonrisa estúpida terminó por delatarme causando la suya. —Mira, bonito, las relaciones no se basan en soportar lo del otro, sino en brindarse apoyo y crecer juntos. Podremos ser jóvenes y todo lo que quieras, ¿Pero por qué no dar lo que uno quiere recibir? —Asentí feliz mientras movía mis piernas de arriba abajo. —Si te sientes mal; dímelo. Si quieres llorar; llora conmigo. Tiene que ser algo mutuo, donde ambos nos tengamos el uno al otro.
Me bajé de un brinco, y con una sonrisa me pose delante suyo y sin evitarlo, tomé el cuello de su camisa y lo atraje hacia mí. —Eres un estúpido encantador, y me encanta tenerte así hablando de nosotros como si fuéramos todo.
Acaricié mi nariz con la suya, podía ver en su sonrisa el reflejo de que lo estaba disfrutando igual que yo, ¡Y eso me estaba llenando de popó de unicornio! Pero amaba no ser el único bañado de el. Era sumamente electrizante el hecho de tenerlo ahí sonriendo para mí, de que su sonrisa creciera al mirarme o que su cara estuviera a centímetros de la mía. Quería besarlo, necesitaba hacerlo y está vez no había nada que me detuviera de ello cuando él se sentía igual que yo.
¡Es que yo no podía superar el hecho de que alguien me quisiera y esperará a tenerme!
Sonaba, como si estuviéramos hablando de un objeto, pero yo no lo era. Pero tenía ese toque romántico que tanto había deseado, y y y y, todo era un caos nuevamente.
Por idiota.
—¿Acaso piensas tenerme así durante media hora o qué? —Negué mientras apretaba mis labios. —¿No vas a besarme?
—¿Quieres que te bese?
—Quiero que me beses.
Entonces lo hice, cerré mis ojos y estampé mis labios con los suyos bajo ese árbolito de limones. Y lo disfrute. Disfrute de ese contacto que puede ser tan equis para los demás, pero el tenerlo ahí, siendo lento con sus movimientos y ayudando con ligeras caricias en mi espalda me era realmente imposible no quererlo más. Porque estaba siendo dulce y amoroso a la vez, porque me estaba queriendo más allá que un sólo beso. Estaba amando lo que yo era por dentro como por fuera.
Porque es lo que sentí yo, que él me amó sin que yo tuviera que pedirlo.
Se separó de mí, pero no del todo porque pequeños besos seguía repartiendo en mi boca, pequeños besitos seguidos de risas tontas y una caminata en reversa.
—¿Te has dado cuenta de que me tienes todo idiota?
—También ya lo eras, no me dejes todo el crédito. —Guiñé mi ojo derecho y él rio apretando con más fuerza aún sin soltar mi cintura. —Eres tan baboso que haces que te quiera más.
—Que rara forma de pedirme ser tu novio. —Abrí mis ojos con sorpresa, no era la forma, o al menos... no. Él baboso rio y negó, pareció haber notado mi miedo porque sus caricias fueron de mucha ayuda para alejar esa tensión en mi cuerpo. —No, bonito, no te presiones por eso, ya llegará el momento.
Y sí, yo ahí terminé de caer por ese viejo estúpido cara de cola con cabello hermoso.
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𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎𝒂́𝒔 𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒐́ ⎯ minsung / bangho
RomanceLos resultados de un gusto que crees pasajero no siempre terminan siendo buenos. A veces creemos que callar es mejor que decir lo que de verdad sucede por miedo a arruinar todo en lugar de ver el lado positivo de las cosas. Cosas buenas como malas...