Solíamos contar las estrellas mientras nuestros cuerpos se acurrucaban el uno con el otro, sonreías y tus ojos brillaban de alegría al ver el cielo estrellado donde decías que tu mamá se encontraba, pero yo no podía dejar de observar tu linda cara que reflejaba los sentimientos más puros que un hijo tiene por su madre.
Siempre amé la forma en la que hablas de ella, el cómo sonreías con la mención de su nombre y parecía que en ti siempre había una luz inevitable por la misma razón de siempre. Ella es esa estrellita que te mantiene aquí, porque de no ser así, no se que cosas hubieran pasado.
Aunque tu fuiste positivo en todo momento, siempre viendo lo bueno de las personas por más mierda que estas fueran. Buscabas hacerlos sonreír por más que esta no fuera tu obligación, buscabas una luz en todos. Y en mí parecías ver algo más que oscuridad.
¿Qué pasó con esa luz que creíste encontrar? ¿Será que se esfumó o es acaso que nunca hubo una pero preferiste hacerme creer que si? Eso sólo lo sabes tú.
Pero para mí que jamás fue así.
—Ella siempre me recibía con un plato de fruta picada y un vaso de jugo de guayaba. Era su favorito pero a mí no me gustaba, nunca se lo dije, me gustaba ver como sonreía al verme comer algo que ella había pasado cosechando por la mañana. Eso era mi mejor regalo, y ahora no hay nadie que lo haga por mí.
—Puedes hacerlo tú mismo, flojo.
Reíste y se apegaste más a mí cuerpo, yo sentía que podía desfallecer ahí mismo al tenerte tan cerquita, porque todo parecía arder bajo la brisa. —Es mucho más que un vaso de jugo, mucho más que un plato de frutas. Es aquello que ella y yo compartimos por años, aquella monotonía en la cual pasé sumergido... al no tenerla, sólo me di cuenta del valor que tienen las personas, de la magia que algunas tienen pero que no lo notan. Algunos esparcen su amor como rosas y otros lo guardan para resguardar algo más, algo profundo. —Yo sentía que hablabas poesía, porque cada palabra que salía de tu boca me llegaba, me hacías sentir tu dolor con palabras bonitas, aún cuando yo era un asco inexplicable sin motivo alguno. —Y tú eres de esos que la guarda para no ser dañado.
Yo te sonreí y te miré como si estuvieras loco.
No lo había entendido, y creo que sigo sin entenderlo del todo porque yo jamás vi lo que tú veías.
Yo era una roca, tú eras una mariposa.
Yo estaba destinado a estar en un sólo lugar, tú a volar y conocer nuevos lugares.
Por eso jamás me amaste, no éramos el protagonista de la historia del otro.
ಇ ──
Mirabas a mi papá con disgusto, sabías pequeñas cosas sobre mi infancia, más no todo aquello que él día de hoy me sigue afectando. Sabías que papá no era malo, pero que tampoco era un ejemplo a seguir. Sabías que mamá también era boba y que se preocupaba sólo por ella misma.
Todo eso te molestaba, decías que yo no podía haber nacido de tales personas. Pero es que tú creías que yo era un ángel cuando no llegaba ni ha demonio.
Yo sólo soy un humano tonto que creció en el lugar equivocado. Pero pienso ser mejor de lo que ellos fueron.
Y tú lo sabías, lo veías en lo esfuerzo día a día, por eso también te esforzabas, porque decías que algún día seríamos doctores reconocidos por el mundo entero; yo un dentista y tú un oncólogo, porque tu mayor sueño es ayudar a las personas con cáncer.
Admiró eso de ti, de que siempre querías ayudar sin recibir nada a cambio. Tal vez eso hizo que te quisiera con más fuerza de la que debía.
Y no lo notaste, yo me engañe y jugué con el fuego sin quererlo.
Al final me queme, y tú seguiste floreciendo.
ಇ ──
Mi cabeza descansaba en el hombro de Chan, el parecía estar atento a cada uno de mis movimientos, yo sabía que quería algo más que sólo verme ahí recostado sobre él mientras el receso se consumía con los alumnos afuera.
El salón se sentía tan solo y debido a mi alejamiento con Han, comenzaba a sentir que no tenía a nadie más, exceptuando a Chris y Hyunjin, el cual entró segundos después con una botella de agua y chicles. Le sonreí después de que un beso fue depositado en mi frente y él reía ante el manotazo que Chan le dio.
—Tú sonrisa es bonita, Minho. —No respondí, nunca sabía que responder ante los cumplidos de otras personas, pero Hyun parecía no dejar morir el comentario de nuestro amigo.
—Concuerdo, siempre me ha parecido que Minho sonríe más por compromiso que por querer, ¡Y cuando ríe su cara parece tomar otro color! —Hyunjin recargó su cabeza sobre mi hombro, pero sabía que sus ojos me estaban mirando de reojo por la pesadez de los mismos. —Deberías hacerlo más seguido, no importa si es por algo tonto, pero a veces reír cura todo el dolor que puedas cargar.
—Desde cuándo suenas tan, no sé... ¿Motivador? —Él se encogió de hombros, yo sólo me quedé pensando en sus palabras.
Reír. No me gustaba tanto hacerlo, me hacía sentir inseguro. Cuando lo hacía era de forma inconsciente, y por ello me molestaba, pues mi sonrisa, mi cara, mis dientes, todo de mí era feo. Me habían hecho saber millones de veces lo desagradable que era viniendo de mí.
No sabía de dónde ellos parecían verle lo lindo. Incluso Han muchas veces dijo lo mismo.
Y a mí también me gustaba estar bien, escapar de todo aquello que se quedaba esperando que regresara, pero no me sentía del todo confiado, me sentía incluso pésimo por ratos.
Chan tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, quise decirle algo, golpearlo para que no volviera hacerlo, pero por otro lado, me gustaba el sentimiento de compañerismo que ambos lograban transmitirme.
— No te agobies con cosas tontas, mucho menos te obligues a sonreír o reír, tan sólo deja que todo fluya. —Se acercó un poco más hasta que sus labios estuvieron pegados a mi oreja. Su aliento cálido lo golpeaba y eso hacía cosquillas. —Pero Hyunjin tiene razón; cuando lo haces, cuando tus labios rosados se curvan hacia arriba y tus ojos parecen brillar, pareciera que fuiste hecho para eso, para mostrarte a los demás como un ser de luz más que como uno amargado como piensas ser.
Piensas ser.
¿Pero, lo era o solamente me aferraba a la idea?
Eso resonó en mi cabeza como una pequeña bomba con su tic tac. Aunque también sentí ese apretón en mi estómago después de recibir ese pequeño halago. Quise decirle algo similar, que supiera que sus palabras por más dulces que fueran, me gustaba, era significativo.
Chan estaba siendo demasiado para mí.
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𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎𝒂́𝒔 𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒐́ ⎯ minsung / bangho
RomansLos resultados de un gusto que crees pasajero no siempre terminan siendo buenos. A veces creemos que callar es mejor que decir lo que de verdad sucede por miedo a arruinar todo en lugar de ver el lado positivo de las cosas. Cosas buenas como malas...