Capítulo 12.

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Freak - Sub Urban ft. REI AMI

El secuestro


Me desperté al sentir que me caía agua, tan helada que hasta me caló los huesos. Sacudí la cabeza para despejarme por completo y noté que estaba amarrado en una silla. Me moví tratando de desatarme pero me fue imposible. El torso estaba atado al respaldar, mis piernas en las patas y mis manos en el apoyabrazos.

—Pat, Pat, es inútil que trates de escapar —dijo una voz conocida.

Quise enfocarlo pero estaba muy oscuro. Pronto una luz fue encendida y cerré los ojos. La cabeza me punzaba y me sentía mareado.

—Pat —habló otra voz familiar—, tenemos que hablar.

Abrí los ojos y vi a los príncipes de la muerte frente a mí con una expresión amenazante. Tragué grueso.

—¿Qué le dijiste a la policía? —Preguntó la chica de cabello platinado.

—La verdad.

Me dio una bofetada con fuerza, era tanta que volteó mi cara.

—¿Qué fue lo que dijiste?

—La verdad —repetí.

Esta vez quien me golpeó fue Caín, ¡su fuerza era aún mayor que la de su compañera! Sentí la cara entumecida.

—¿Qué es la verdad para ti?

—Que son unos asquerosos narcotraficantes.

La chica chasqueó la lengua con molestia.

—¡Eso no sirve! ¿Qué más dijiste? —Me miró con sus intensos ojos azules.

—Van a caer —murmuré divertido, ignorando su pregunta. A pesar de toda la situación, me sentía tranquilo.

—Tú caíste —se metió Caín.

—No, todavía no —reí—, voy a caer pronto pero todos ustedes se irán conmigo.

—Tenemos órdenes de sacarte información de cualquier manera.

Caín y Salomé me sonrieron de manera maquiavélica.


***


Después de una golpiza que casi me mata y de haber escupido en la blusa de Salomé, el Rey entró al cuarto de tortura. Supe que lo tenían exclusivamente para esto, pues pude notar que al lado de la silla donde estaba amarrado había una mesita llena de instrumentos punzocortantes, algunos incluso tenían sangre seca.

Las pisadas del Rey eran firmes, su voz era la de un hombre carismático e interesante, y su apariencia era pulcra, contraria a la que había imaginado al conocer únicamente su apodo. Era un individuo alto, lo más seguro es que fuera de una edad más avanzada que la mía pero aparentaba ser más joven, de facciones varoniles, cabello oscuro, y un bigote que le daba un estilo a guerrillero de una antigua revolución que hubo en el país. A pesar de todo eso, sus ojos no tenían brillo, se veían opacados por la maldad que poseía en su interior.

Después de ordenarles a Salomé y a Caín que no me golpearan hasta matarme, pues afirmaba que había más información que debían sacarme, ellos le mencionaron que mi plan era acabarlos. Se posicionó frente a mí.

—¿En serio crees que vas a acabar conmigo?

—No lo creo, lo sé.

Al escuchar mi respuesta, se quedó mirándome unos segundos hasta que estalló en sonoras carcajadas, como si hubiera escuchado la cosa más absurda del mundo. Caín rio junto a él, Salomé se limitó a cruzarse de brazos.

La hacienda de los psicópatas © +18 |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora