Extra: Dulce. Parte 5

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My Boy - Billie Eilish



No tuve más encuentros con ellos hasta una mañana en que los vimos saliendo de la habitación de Salomé; iba adelante, caminando con paso firme; yo y mis compañeros nos sorprendimos bastante pero ella nos echó una mirada altiva, así que nos volteamos rápido, fingiendo realizar nuestro trabajo.

No dudé en mirar de reojo a Isaac, era un hombre atractivo... inalcanzable, pero al fin y al cabo muy guapo. No pude admirarlo más porque Salomé me echó una mirada enfurecida, así que desvié mi vista y bajé la cabeza.

Una vez que desaparecieron de nuestra vista, me reuní con Perla y otras dos compañeras. Al principio Jade se unió pero como siempre que terminábamos hablando mal de Salomé, prefirió alejarse y continuar con su trabajo. Nosotras, por nuestra parte, empezamos a atar cabos.

—¿Por qué no estaban heridos? —Se preguntó Perla.

—No lo sé, tal vez le caen bien —musitó una chica, a la que apodábamos Lapislázuli.

Nah, debe ser otra cosa. —Perla siguió pensativa.

Seguimos armando teorías hasta que se me ocurrió lo más obvio.

—De seguro hizo un trío con los dos y, como los llevó a su cuarto, no quiso que estuvieran heridos.

—Lo más seguro. —Perla colocó su dedo índice en su barbilla. —No quería manchar sus sábanas, aunque nosotras las lavamos.

—La primera vez que entré al cuarto a limpiar y no los vi ensangrentados, no comprendí por qué estaban en tan buenas condiciones pero ahora todo tiene sentido —expresé.

—Pero aún sigo sorprendida.

—¿Por qué te sorprendes, si ya sabes que es una impúdica? —Respondió la chica que se apodaba Gema.

—Es que no puedo creer que haya hecho un trío con ambos... Y que el sacerdote se prestara a eso —musitó Perla.

—El sacerdote es guapísimo —opinó Lapislázuli y ninguna lo pudo negar—, a mí me sorprende que haya querido andar con el otro.

—Ay, pues ya ves que anda con todos.

—Eso sí, si el ser tiene algo colgando entre las piernas, ella automáticamente se siente atraída.

—De seguro amenazó a Isaac —dije porque no me cabía en la cabeza que él hubiera aceptado eso, se veía muy recto, muy firme con su profesión.

—¿Isaac? ¿Así se llama el sacerdote? —Preguntó Perla con entusiasmo. Asentí con la cabeza.

—No creo que lo haya amenazado —comentó Gema—, ella y Caín nunca han obligado a nadie a acostarse con ellos.

—Pero él es muy bueno y puro, no creo que por propia voluntad haya querido hacer un trío con un viejo feo y estúpido y una puta que además está loca —lo defendí.

Seguimos hablando hasta que Salomé empujó a Gema y a Lapislázuli para que le hiciéramos espacio. Sentí que la sangre me bajó a los pies, incluso empecé a temblar.

—¡Qué lindas se ven chismeando! Pero les falta ponerse a trabajar, malditas criadas.

No podía creerlo, ¿tan mala era mi suerte como para que me hubiera escuchado? La respuesta era un gran sí. Perla quiso hablar pero no pudo; Salomé le echó una mirada despectiva.

La hacienda de los psicópatas © +18 |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora