Capítulo 23.

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Get Jinxed - League of Legends ft. Djerv


Al día siguiente, temprano, mi compañero de celda cumplió con su castigo y salió de ahí. Antes de retirarse me echó una mirada llena de lástima, pues escuchó mi plática con González, pero no comentó nada.

Por mi parte, me quedé mirando a la nada. Un poco más tarde llegó Caín, con sus pasos firmes y su apariencia despreocupada. Llevaba un abrigo negro y grueso, me pareció extraño porque no era época de invierno y aunque la comisaría tenía aire acondicionado, el ambiente no estaba tan frío como para llevar una prenda así. Lo miré con desprecio pero él ni siquiera se fijó en mi presencia, se dirigió a una oficial.

—¿Y González?

—Salió de la ciudad para ver unos asuntos, llegará más tarde.

—Oh, entiendo. Lo esperaré por aquí.

—No creo que llegue pronto.

—No hay problema. —Se encogió de hombros, empezando a caminar en círculos por el lugar. La mujer lo vio con extrañeza pero no comentó nada.

Al ver que no hacía nada más que andar por allí, la policía dejó de prestarle atención y se dedicó a observar unos papeles. Me recosté en la cama un rato, dejando de verlos. Cuando levanté el rostro, no vi a Caín merodeando por allí. Sentí una especie de alivio y a la vez desesperación, el asesino de mi hija estaba libre y yo en una celda... Sí, yo había actuado mal, pero había personas que hacían cosas peores y andaban como si nada.

Después de un rato, Juárez se dirigió a la celda, la abrió y me pidió seguirlo.

—Te voy a interrogar y te comentaré más acerca de la asignación de tu abogado.

No le respondí, estaba enojado porque sabía quién asesinó a mi hija y no me dijo nada. Caminé delante de él, avanzando por el pasillo. El policía sacó una llave para entrar a una habitación; una vez dentro Caín, a quien no vimos hasta que estuvo cerca, se precipitó sobre nosotros, tirándonos al suelo, y dio un golpe en la nuca del oficial con su codo. Juárez se levantó y volteó para enfrentar a su agresor pero el joven le arrebató su bastón y le dio un fuerte porrazo en la cabeza, logrando desmayarlo.

Caín tomó el juego de llaves e instintivamente me hice hacia atrás. Estuve a punto de correr para salir del cuarto pero me tomó del cuello de la camisa.

—¿Sabes dónde está? —Me preguntó con desesperación. Alcé una ceja y aplané los labios, no quería nada que ver con él. Al notar mi postura, me sacudió—. ¡Responde!

—Sí sé dónde está. —Le di un manotazo para que quitara sus asquerosas manos de mí.

Caín me miró esperanzado.

—¿Dónde?

—No te voy a decir —dije tajante. Él me miró de manera amenazante, así que agregué—. Aunque me tortures y me golpees, no te diré.

—¡Me estás haciendo perder el tiempo! —Se quejó—. ¡Dime dónde está! Si no me ayudas, te mataré y buscaré a Valentina para torturarla de la peor manera posible —agregó para tratar de convencerme, aunque su desesperación me hizo dudar, no lo haría, solo quería que lo ayudara a sacar a Salomé—. ¡No hay tiempo!

—Una lástima, aun así no te diré —comenté con firmeza. No entendía cuál era su prisa con el tiempo pero no me importaba, no quería ayudarlo.

—¡¿Cuál es tu maldito problema?! —Colocó su dedo índice en mi pecho repetidas veces—. ¡Vamos a morir aquí! —Exclamó. No tenía idea de qué rayos planeaba pero me encogí de hombros. Al notar mi indiferencia, cambió de táctica—. Además Salomé te ayudó, ¡te sacó de la hacienda!, y ahora no la quieres salvar, perro malagradecido.

La hacienda de los psicópatas © +18 |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora