Extra. Dulce. Parte 2

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I wanna be your slave - Måneskin



Los días pasaron y Caín se mostraba más interesando en mí. A pesar de seguir perturbada por saber la clase de relación que tenía con Salomé, me atraía muchísimo; me gustaba que me mirara, que me besara, que me tocara. Uno de esos días llegamos a más. Nos encontrábamos en su habitación, besándonos apasionadamente, cuando él se dirigió a mi cuello.

—Caín, yo... —Él me ignoró y siguió en lo suyo, así que alcé la voz—. ¡Caín!

—¿Qué pasa? —Dejó de besarme y me miró a los ojos.

—Yo... —Me ruboricé un poco—. Soy virgen.

—Oh, qué bueno que me dices, así tendré más cuidado.

Se me hizo lindo que se preocupara por mí. Nos desnudamos con rapidez y rodeé su cadera con mis piernas mientras nos besábamos con intensidad; él me recostó en la cama y entró en mí. Sentí un fuerte dolor pero él besó mis mejillas y mis lágrimas.

—Ya, ya, tranquila, esto pasará pronto.

Luego de un rato en que me acostumbré a sentirlo dentro de mí, comenzó a moverse cada vez más rápido. El dolor fue reemplazado por placer y el vaivén de sus movimientos me volvía loca. Tuve que reprimir mis gemidos y él lo notó.

—No te reprimas —murmuró.

—Pe-pero...

—Vamos, preciosa, gime para mí.

No tuvo que insistir mucho, luego de unos minutos me encontraba gimiendo y gritando su nombre. Cuando terminamos, me rodeó con sus brazos y besó mi sien.

—Estuvo increíble.

—Lo sé. —Una sonrisita se formó en las comisuras de sus labios y yo me sentí morir de felicidad.


***


No todo fue color de rosa en nuestra "relación", la parte mala fue aguantar los celos de Salomé. Ella odiaba que su primo me prestara atención, así que se empeñaba más en humillarme.

—Aquí está su té helado, señorita. —Me incliné hacia ella para extenderle su bebida. Ella lo probó, pero en seguida me escupió encima.

—¡Esto sabe a mierda! —Se quejó. Se levantó del sillón y vació el contenido sobre mi cabeza—. Y tardaste mucho en traérmelo.

Goliat le echó una mirada reprobatoria pero Caín soltó una sonora carcajada. Eso me dolió porque cuando estábamos solos era lindo y cariñoso, pero cuando estábamos con los demás, en especial frente a Salomé, no tenía ningún impedimento en tratarme mal solo para quedar bien frente a ella.

—Lo ves, Caín y yo somos uno, si yo pienso que eres patética, él también lo hace.

—Sí que sí, preciosa. —Fruncí el entrecejo y apreté los puños.

Después de cambiarme, tuve que encargarme de limpiar el desastre. Cuando regresé Salomé no se encontraba en la sala de estar, de seguro tomaba una ducha o una siesta; Goliat ya no estaba y Caín, por su parte, seguía viendo televisión. Al notarme, oprimió el botón de "mudo" y se acercó a mí.

—Hey, ¿no quieres coger?

Entrecerré los ojos.

—Estoy enojada contigo.

La hacienda de los psicópatas © +18 |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora