Capítulo 18.

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Discord (remix) - The Living Tombstone


Como Goliat se quedó pasmado, Salomé aprovechó y llamó a Dulce para que limpiara el desastre. La chica entró cabizbaja, limpió todo con una velocidad increíble, tomó la bandeja, los platos, vasos y cubiertos junto con sus artículos de limpieza, y salió como bólido. Cuando no estuvo su presencia en el cuarto, Goliat empezó a gritonearle a Salomé, reclamándole su falta de prudencia.

—¡¿Estás loca?!

—No, Goliat, escúchame... —Empezó con voz calmada.

—Entonces tú fuiste la que les hizo tomar un baño. —La señaló.

—Sí. —Él hizo un gesto lleno de disgusto.

—¿Por qué?

—Porque sí.

Isaac y yo veíamos del uno al otro cuando tomaban la palabra.

—Pero... Te estás arriesgando mucho y lo sabes, si el Rey se entera no te tendrá ninguna consideración.

—No se va a enterar. —Rodó los ojos—. No seas cobarde.

—No es cobardía, ¡es sentido común!

—Vamos —hizo que su dedo índice trazara un círculo—, ayudarlo te va a conseguir puntos en el purgatorio, te irás al cielo más rápido. —Alzó las comisuras de sus labios.

Goliat entrecerró los ojos.

—¿Por qué quieres ayudarlo? —Preguntó con tono duro, señalando a Isaac. Este último tragó grueso.

—Porque quiero hacer las cosas bien. Él es inocente, no merece estar aquí.

—No es el primer inocente que pisa esta hacienda, ni el primero en ser encerrado en este horrible cuarto, así que por qué de buenas a primeras quieres ayudarlo.

—Tus sermones me han convencido. —Se cruzó de brazos—. Supongo que si ayudo al cura, mi castigo en el infierno no será tan fuerte, me tendrán algo de consideración, quiero creer.

Goliat frunció el entrecejo.

—Ay, por favor, tú ni siquiera compartes mis creencias... —Chasqueó la lengua y se miraron a los ojos con detenimiento—. ¿Qué sucede entre ustedes dos? —Preguntó luego de un rato.

Isaac se turbó, se puso pálido y sus hombros se tensaron.

—¿A qué te refieres? —Preguntó ella con un gesto divertido.

—Tú nunca quieres ayudar a nadie, vives para servirle al Rey, sin embargo estás muy empeñada en sacar a Isaac de aquí, supongo que debe haber un motivo —dijo con tono serio.

Salomé le mostró una sonrisa de medio lado y giró sobre sus talones, dándole la espalda.

—Según tú, mi única motivación en la vida es servirle al Rey.

—Esa es la verdad.

—Pero si quiero ayudar a alguien más, estoy mal. —De nuevo se dio la media vuelta, quedando cara a cara con Goliat, e hizo un puchero—. ¿Quién te entiende?

—No digo que esté mal, solo digo que es muy extraño que de repente quieras arriesgarte por alguien que no sea el Rey.

—A veces me dan ganas de hacer cosas diferentes, ya sabes, para romper la monotonía —explicó.

—Salomé... —Entrecerró los ojos.

—¿Qué? —Rio—. No le busques explicaciones a esto, solo ayúdame.

La hacienda de los psicópatas © +18 |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora