—Esta es el último pedido y terminas por hoy, Brisa —avisó Sarah, con voz amable.
Al escucharla, solo asentí mientras tomaba la bandeja y la llevaba a la mesa correspondiente. Al terminar de hacer lo que mi compañera me había perdido, me concentré el limpiar las mesas cercanas que estaban algo sucias.
De mis labios salió un sonoro suspiro, por más que intentará concentrarme, no podía hacerlo, y llevaba así unas dos semanas, que era el tiempo exacto que había pasado desde la última vez que había visto a Arthur.
Luego del ataque de pánico, estuvimos unos veinte minutos sentados en el suelo del pasillo, después, se levantó a en movimientos torpes y se disculpó conmigo, para irse a paso apresurado en dirección al ascensor. Ni siquiera me dejo mencionar alguna palabra porque, cuando iba a hacerlo, ya se encontraba en la puerta hacia las escaleras.
Intente hablar con él al día siguiente, sin embargo, no logre dar con su paradero. Y en el edificio me negaron cualquier información de los residentes, cosa que me pareció ridículo, ya que el portero me había visto muchas veces en su compañía.
Así que, luego de intentar hablar con Arthur por más de una semana, entendí que no quería verme y que lo mejor sería darle su espacio. Sin embargo, no deje de ir a la terraza en el tiempo que no nos habíamos visto, tenía la esperanza de que uno de esos días lo encontraría allí, apoyado en la cornisa con un plato lleno de galletas.
Al terminar de limpiar las mesas correspondientes, le avisé a mi compañera que ya iba a buscar mis cosas para poder irme a mi casa.
—Brisa —habló Sarah desde la puerta que separaba la cocina del lugar en que se atendían los clientes—, hay alguien que quiere verte —informó con una sonrisa.
—Termino de guardar mis pertenencias y ya salgo. —Señalé el bolso y las cosas desparramadas por la pequeña mesa que había en el lugar.
—Está bien, no tardes —murmuró abandonando la estancia.
Cuando termine de guardar mis cosas, a mi mente la persona que había venido a buscarme, era muy extraño, después de todo, era muy rara la ocasión en la que alguien venía aquí. Al asegurarme de que todo estuviera en su lugar, salí en dirección a la barra para despedirme de ella.
—Sarah, ya me voy —informe mirándola—. ¿Quién quiere verme?! —pregunté, cuando no vi a nadie dentro del café, además de ella.
—La persona que quiere verte está afuera. Ve tranquila, yo me encargo de cerrar el lugar —habló mientras limpiaba con empeño el mostrador.
Asentí en respuesta, mientras le mostraba una sonrisa. Después de despedirme brevemente, salí en el encuentro de la persona. Persona que no creí que vería estos días.
—Arthur —solté en un susurro.
Se encontraba apoyado en una de las paredes, vistiendo como las otras veces, con esa ropa casual a la que ya estaba acostumbrada a verlo. Tenía la mirada fija en el suelo, que levanto apenas la puerta se abrió.
—Hola —habló él, mostrando una sonrisa tímida.
A diferencia de los días anteriores, donde siempre se notaba muy animado, hoy se notaba decaído. Yo decidí caminar la distancia que nos separaba, manteniéndome a unos cuantos pasos lejos de él.
—¿Cómo... te encuentras? —inquirí, intentando ser sutil.
—Bien —murmuró, luego de unos segundos.
En su lenguaje corporal pude notar el nerviosismo que sentía, parecía temeroso de lo que pudiera decirle.
—¿Quieres caminar conmigo? —inquirí al no saber que más decirle. Él solo asintió en respuesta.
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Yo te cuido [#PGP2023]
RandomEn los días en los que los conocí estaba pasando por algo difícil: una ruptura después de una relación larga. Llevaba alrededor de unos cinco meses lidiando con ello y... no me estaba lleno tan mal, al menos desde mi punto de vista. Él también pasa...