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El primer encuentro con ella fue algo muy poco común. Normalmente, cuando conocemos a alguien nuevo, suele ser en una cita o en un lugar público de casualidad. Sin embargo, mi historia con Brisa inició de una manera muy diferente a lo que se podría describir como lo común.

Yo me encontraba parado en esa cornisa, a pocos sentimientos del vacío y ella... ella fue lo que me detuvo y me anclo a la realidad.

Ese día lo cambió todo.

Y después de ese primer encuentro, ese lugar paso de ser el que sería testigo de mis últimos minutos de vida, a ser el lugar donde deseaba pasar todas mis tardes, y todo porque se encontraba ella.

Demonios pasita, cuanta falta me haces en este momento.

Desde que lo nuestro había acabado, mi vida había pasado a ser igual de monótona que antes de que ella apareciera. Sin embargo, a diferencia de antes, no era tan idiota para hacer algo como atentar contra mi vida. Me lo había prometido a mí mismo desde que ella y yo ya no pasábamos tiempo juntos, y era algo que cumpliría.

Sobre todo porque eso no era lo que ella hubiese querido.

Estaba muy seguro de que Brisa deseaba que tuviera una vida larga y plena, que envejecida con alguien y que viera a mis nietos crecer. Sin embargo, el único problema con eso, era que a la única persona que quería a mi lado por el resto de mi vida era a ella.

La extrañaba... y mucho.

Y lo peor de todo, era que ese futuro que tanto anhelaba era un sueño que se acababa cada que despertaba por la mañana.

De mi boca salió un sonoro suspiro, luego de un segundo fue que decidí comenzar a caminar para ingresar a mi edificio. Cada día se me hacía más difícil, después de todo, el lugar estaba lleno de recuerdos de nosotros.

Recuerdos que solo me dejaban un amargo sabor de boca.

—Disculpa joven... ¿Eres Arthur Williams? —inquirió una voz que se me hacía conocida. Al mirar a mi izquierda, me encontré con el portero del edificio. Solía saludarlo cada que entraba o salía del lugar, más nunca había entablado una conversación con el que fuera más de unas cuantas oraciones.

Sabiendo que era por mí que preguntaba, respondí con algo de dudas.

—Así es, Señor. Yo soy Arthur Williams —murmuré, intrigado.

Al escuchar esto, se acercó a mí con algo de recelo, como si en cualquier momento fuera escapar. Eso solo me hizo fruncir aún más el ceño, ¿por qué me miraba de esa manera?

—Lamento mucho molestarlo, pero, deseamos saber si todo se encuentra en orden con su salud. —No podía estar más confundido en ese momento.

—Perdone, pero no le comprendo. ¿Quiénes están preocupados por mi salud, y por qué? Realmente, me encuentro muy bien —solté un poco a la defensiva. El hombre suspiró sonoramente antes de hablar.

—La seguridad del edificio joven, a nosotros nos preocupa su seguridad —se señaló a sí mismo.

Seguía sin entender, ¿esto era por el robo que se había efectuado a varias calles de aquí? Ya habían dado las advertencias por el grupo de WhatsApp del condominio. Así que, veía un poco exagerado dar advertencias cada dos por tres.

—Estoy bastante bien —él volvió a suspirar y se acercó mucho más a mí. Cosa que me incomodó.

—Es que, en todo el edificio se encuentran cámaras de seguridad. Recientemente, estuvimos haciendo algunas revisiones, y hemos encontrado algo que nos ha preocupado mucho —mientras murmuraba con voz nerviosa comenzó a rebuscar algo entre su abrigo. Seguido de eso y con manos temblorosas, extendió un celular hacia mí y colocó un video que me dejó pasmado. Ahora entendía por qué se encontraba tan preocupado por mi bienestar.

Yo te cuido [#PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora