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—Brisa, este es el pedido de la última mesa... buen trabajo, niña —dijo mi compañera. Así que, mostrándole una sonrisa, le agradecí mientras tomaba la orden— También tú, Alec —felicitó al nuevo trabajador.

Apenas si había iniciado a trabajar esta última semana y al igual que yo, él iba a pagar sus estudios con lo que ganara aquí.

Alec ya comenzaba a adaptarse a los ajetreados turnos que solíamos tener y que desde su llegada ya no eran tan estresante.

Regresé a la realidad cuando dejé el pedido de una pareja de ancianos en su mesa. Luego, volví cerca de la barra para poder terminar de limpiar.

—¿Hoy no te irás temprano? —inquirió Sarah, a lo que negué con la cabeza.

—No, alguien va a pasar por mí.

—Está bien. Avísame si esa persona no llega por ti, para mí no sería molestia acompañarte si no te sientes segura. —se ofreció de forma amable mientras organiza las cosas de la barra.

—Lo tendré en cuenta.

Mientras ella terminaba de organizar las cosas del mostrador, mi vista fue a parar a un listón que tenía en su muñeca, era de color púrpura. Ante ese pequeño detalle no pude evitar que en mi rostro se formara una expresión de desconcierto, tenía entendido que para ella no eran de su agrado los accesorios, a menos de que fuera algo muy sencillo.

—¿Y eso? —Señalé su muñeca.

—Aaa, ¿esto? —tocó el listón. Yo asentí—. Es por los constantes femicidios que ha habido en la ciudad. Si alguna se siente amenazada, el listón les indica que pueden estar seguras con nosotras.

—Eso es... brillante.

—¡Lo sé! Lo comencé a usar cuando a mi prima la siguió un hombre en la calle y le dio un buen susto —comienza a relatar—, no le pasó nada gracias a un buen samaritano que estaba cerca y la escucho pedir ayuda. Ahora ella es muchísimo más cuidadosa y yo uso esto para ayudar en lo que se pueda.

Al escucharla, a mi entender vino por lo que he luchado en las últimas semanas, lo cual que hizo tomar una decisión casi de inmediato.

—¿No tienes otro igual? —inquirí con curiosidad.

—De hecho sí, ¿lo quieres? —pregunta emocionada. Asiento en respuesta— ¡Perfecto! Iré por mi bolso.

Mientras esperaba que Sarah volviera, atendí a la pareja de ancianos que ya deseaba pagar para poder irse. Luego, cuando termine lo que me correspondía, me concentre en asegurarme de que estuviera todo en su ligar. Sin embargo, la campana de la puerta sonó nuevamente anunciando que algún cliente había ingresado al lugar.

Era extraño, el cartel de "cerrado" estaba colgado en la puerta.

—Lo siento, no sé si lo leyó, pero está cerrado —comencé, ha hablar sin mirar a la persona en cuestión—. Así que, le pediré amablemente que se retire, por favor.

—No puedo, he venido a buscar a alguien que he extrañado todo el día.

Esa voz me era muy conocida.

Al mirarlo, me encontré con ese chico que había vuelto mi mundo una fantasía. Cada día me convencía más de que Arthur era inigualable.

Ante su comentario, mi respuesta fue acercarme y darle un pequeño beso que aceptó encantado.

—¿Así que, me has extrañado todo el día? —susurré siguiéndole el juego. Estaba de más decir que me encontraba muy emocionada por su declaración.

—Así es —susurró.

Sonriendo, di un paso atrás. Seguía detrás de la barra y que él fuera mucho más alto no me hacía la cosa más fácil. Tenía que apoyarme en la barra y ponerme en puntas.

Yo te cuido [#PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora