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Domingo, uno de los días libres que tenía en la semana. Perfecto, no quería que Sarah me viera en este estado y me hiciera preguntas sobre mi aspecto.

Me sentía patética.

Al escuchar el teléfono a lo lejos, me levanté sin muchas ganas de mi cama, deseando que la llamada fuera importante, ya que ahora me encontraba sin ánimos de nada. Intenté no mirarme en el espejo del pasillo, porque sabía que mi aspecto era tan malo como mi estado de ánimo ahora.

Y eso que solo habían pasado unos cuatro días del inconveniente.

Mis ojos hinchados y rojos hacían bastante obvio el hecho de que había llorado en las últimas horas, mi cabello despeinado estaba atado en una coleta baja y mi ropa de vagabundo no era la mejor, cualquiera que me viera me tiraría una moneda para que me compre algo más decente.

Lo peor de todo es que el rechazo no me dolía tanto como saber que me las había jugado todas al intentar confesarle esos sentimientos y... había perdido. Sin embargo, no solo eso me atormentaba, también lo hacía el hecho de que muy posiblemente ya no podríamos recuperar esa amistad que teníamos porque yo lo había vuelto todo muy incómodo.

Simplemente, no podría actuar como si nada paso.

Ni siquiera sabía en qué momento él había comenzado a gustarme, solo sé que para cuando me di cuenta ya le estaba confesando a Nakia esos sentimientos que necesitaba desahogar. Y aunque, sabía que esta era una posibilidad, fui optimista y positiva. Pero, nada de eso me preparo para el dolor de este rechazo, que era como si me consumiera por dentro.

Ahora entendía perfectamente por qué muchos tenían miedo de hacer este tipo de declaraciones y como si fuera poco, estaba frustrada. Arthur no había dado señales de vida desde la salida en el cine y yo no me sentía muy bien emocionalmente.

No quería retroceder, pero verle el lado positivo a este rechazo era algo que estaba contándome mucho.

Cuando vi el nombre en la pantalla de mi celular, opte por no contestar, hablar con mi madre era lo que menos necesitaba. Sin embargo, sabía que no se quedaría tranquila si no le respondía la llamada, así que le escribí un mensaje para que no se preocupara.

Luego, volví a mi desordenada cama y me acosté boca arriba. Las ganas de llorar volvieron y de nada ayudaba que estuviera menstruando, ya que me sentía más vulnerable con las emociones a flor de piel.

Unos golpes fuertes en la puerta de mi apartamento me sacaron de mis pensamientos. Suspire sonoramente mientras me levantaba lentamente, no estaba de ánimos para recibir visitas.

Al abrir la puerta, me encontré con una de las personas que no quería ver en este momento.

—Hola... —saludó Nakia.

—Hola —respondí sin ganas.

Me hice a un lado para dejar que ella ingresara al apartamento conmigo.

—No luces bien —ante su observación la miré mal.

—Gracias por notarlo... Sé que mi aspecto no es el mejor. Así que, está de más resaltar lo obvio —espeté mientras me sentaba en el sofá más grande y me cubría con una de las mantas que estaban en él.

—¿Qué sucedió? —inquirió mientras se sentaba en el mismo sofá que yo, pero al otro extremo.

Solté un suspiro.

—Me rechazó, y ahora ya no sé qué sucederá con... con eso que teníamos —murmuré desanimada.

Ella se quedó pasmada ante mi declaración.

Yo te cuido [#PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora