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Esa flor se veía bonita, sin poder evitarlo le hice un par de fotografías y antes de siquiera poder detallarlas bien, había algo nuevo en mi entorno que había captado mi atención, esta vez se trataba de un ave.

Y como anteriormente me había sucedido, antes de poder ver el resultado de las fotografías, ya había algo nuevo que había captado mi atención, esta vez unos niños jugando en una fuente, los cuales se veían muy risueños. 

Y era por eso que tenía más de la mitad de una pared llena de fotografías.

Me encontraba en el parque cercano a casa, donde había probado la cámara por primera vez. De hecho, no había sido idea mía venir a este lugar, había sido idea de Arthur venir y pasar la tarde, bajo la escusa de que no tardaríamos mucho más de una hora. Pará este punto de nuestra amistad, él conocía que me gustaba salir de paseo por este parque, así que no pude decirle que no cuando me hizo la invitación. 

Y aquí estábamos, en una de las zonas verdes, cerca de uno de los juegos de los niños.

—Ahora entiendo por qué has tenido que comprar un nuevo rollo de fotos en lo que va de semana —murmuró, en voz baja, como si hablará para sí mismo. En respuesta, le tomé una fotografía—. ¡Brisa! Ya deja de tomarme fotos sin previo aviso —solté una risotada. 

—Esas son las mejores —tomé la fotografía en mi mano. A diferencia de las otras, si me tomé el tiempo de observar esta—. Además, no entiendo por qué te quejas, quedaste bastante bien.

A pesar de su expresión, que demostraba que lo había tomado desprevenido, había quedado bastante bien y se veía natural. Antes de mostrarle, la miré una última vez, sabía que a él no le gustaban este tipo de fotografías, así que, posiblemente, sería la primera y última vez que la viera.

Al tomarla en sus manos y mirarla por unos cuantos segundos, él sonrió de lado mientras negaba con la cabeza.

—Sabes... me gusta lo suficiente como para dejarte conservarla, pero —hizo una pausa— quiero una fotografía tuya, pasita. 

Ante sus palabras, no pude evitar que mi ceño se frunciera.

—¿Quieres una foto mía? —él asintió. Yo me encogí de hombros— De acuerdo, acepto la condición. 

Seguido de mis palabras, le pasé la cámara con cuidado, él sabía que amaba y cuidaba ese artefacto con mi vida, así que, me aseguró que la cuidaría muy bien.

No pude evitar reír por la forma en la que la había dicho.

—¿Dónde crees que quedaría bien? —inquirí, al no saber en donde ponerme ni de que forma posar.

Él miró a nuestro alrededor antes de darme una respuesta. 

—Acércate allí —señaló un árbol bastante cercano a nosotros. 

—¿Aquí? —pregunté, una vez estuve al lado del tronco del árbol.

—Sí, justo así. 

Al ver que estaba ajustando la cámara, mostré una sonrisa y fue justo a tiempo, ya que unos pocos segundos después fui iluminada por el flash de la cámara.

Dios, ahora entendía por qué Arthur se quejaba cuando le tomaba fotografías. 

Ante casi quedar ciega por el flash, no pude evitar pasar las palmas de mis manos por mi rostro y él, al ver esta acción, soltó una ronca risita. 

—¿Ya entiendes lo que se siente, pasita? —inquirió, de forma divertida.

Yo lo miré de forma acusatoria. 

Yo te cuido [#PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora