Baño

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La noche apremia bastante, más cuando mis turnos se vuelven más extensos de lo que de por sí ya son, pero no puedo detenerme a pensar en nada más que no sea en proteger a mujeres que están un infierno. Mi trabajo es lo que me llena cada día de vida.

A las horas de la madrugada, cuando me encontraba dando una pequeña repasada al caso de Samay Rivera; la chica abusada sexualmente y golpeada por su expareja, me entró una notificación a mi celular.

Al ver que se trataba de la página de Laura, no dudé ni un solo segundo en abrir la notificación y ver de qué se trataba, pues estamos en medio de la semana como para que ella suba contenido nuevo. Quedé más que sorprendido cuando vi que respondió mi mensaje luego de tantas semanas que habían pasado. La sangre me corrió caliente por las venas al ver la imagen tan provocativa de un dildo con un aspecto muy real entre el medio de sus húmedos y espumosos senos que adjuntó a la vez con su respuesta. «Tus halagos me excitan como no tienes idea».

—¿Sabes? No es justo que me provoques y no seas capaz de enviarme un corto video de lo que harás a nombre de mis halagos — respondí de inmediato con la visible excitación que esa imagen acaba de provocar en mí.

Maldije en mis adentros por encontrarme de turno, porque no habría dudo en enviarle lo que su liberalismo ha provocado. Observé la imagen, acariciando mi erección por encima de mi pantalón, ansioso de una respuesta. Pero Laura no responde nunca al instante, siempre tarda semanas en responder, y ese hecho hace que duela.

—¿Por qué debería mostrarte contenido previo? — pasaron solo unos minutos en los que me contestó de vuelta, y no pude disimular la emoción.

—¿Quizás porque te estás masturbando por mí? — soné engreído, pero eso era lo de menos—. ¿O porque lo merezco? —agregué.

Pensé que no respondería más, pero su respuesta, aunque tardó un poco más, me dejó con la mente en blanco.

—Tu fiel compromiso con mi labor es gratamente compensada. Estás ahora mismo en mi corazón. Disfrútalo — seguido de su mensaje puso un corazón rojo y me envió un video de aproximadamente unos tres minutos.

Me levanté a prisas de la silla y puse seguro en mi oficina. No quiero ninguna interrupción por largos minutos. Apagué la luz y abrí la página en mi computadora personal. Conecté los auriculares a ella y le di reproducir al video que me acababa de enviar.

Esa mujer es fascinante en todo el sentido de la palabra. Sus grandes senos son una jodida tentación. De fondo tenía alguna canción lenta y sensual que llenaba de armonía la escena frente a mis ojos. No pude evitar bajarme el pantalón y liberar mi erección, frotándome con esa misma ansiedad en la que desearía tenerla así de expuesta solo para mí.

Primero deslizó el dildo por el medio de sus senos mientras con su otra mano pellizcaba sus pezones. Sus gemidos no son para nada ruidosos; todo lo contrario, su respiración acelerada es pesada y muy tentadora. Es una mujer que sabe cómo darse placer sin necesidad de fingirlo, por esa razón es que me gusta ver el contenido que ofrece.

En el foco de la cámara no se podía apreciar nada más que no fuera sus senos, parte de su cuello y vientre. Ella no muestra su rostro. Siempre tiene una máscara puesta que la cubre en su totalidad o muestra de su cuello para abajo. Deseo ver su rostro, contemplar sus expresiones mientras se va soltando. La he imaginado tanto, que me parece muy real.

Ascendió el dildo en dirección a sus labios y lo apresó entre ellos. Sus labios rojos y carnosos me debilitaron. Se siente como si me estuviera apresando, lamiendo y succionando a mí. Tiró la cabeza hacia atrás y adentró profundo el consolador en su boca, perdiéndolo todo de mi vista. Aceleré los movimientos de mi mano con esa acción tan sensual, más cuando simuló penetraciones rápidas y profundas. El sonido que hace su garganta es una deliciosa melodía.

No podía soportarlo, así que tomé mi teléfono entre mis manos y detuve la reproducción del video ya que le quedaba poco. Me quité los auriculares y fui al baño, encerrándome en este.

—Lo que me haces hacer en horas de trabajo, ¿eh? — sonreí, abriendo la cámara y apuntándola justo frente al espejo.

Enfoqué solo la parte de mi baja de mi cuerpo, ensañando el gran problema que ha ocasionado y empecé a grabarme a mí mismo. Mi mente recreó cada uno de sus videos y todo se hizo mucho más intenso. Me dejé llevar por todas las perversiones que muestra y desearía hacerle hasta que llegué a mi orgasmo soltando un gruñido.

Ni siquiera me limpié, solo guardé el vídeo y se lo envié sin pensarlo dos veces. Mientras esperaba una respuesta, me limpié y me acomodé mi uniforme. Cuando mi teléfono sonó, una sonrisa maliciosa se ensanchó en mis labios.

—Ay, que poli tan travieso y perverso — respondió.

Mierda, me di cuenta muy tarde del error que acabo de cometer al grabarme con el uniforme.

—No sabía que los polis estaban tan bien dotados. Es una lástima que no puedas encarcelarme y castigarme por todos los delitos que he cometido — volvió a escribirme.

—Todo problema tiene su solución, ¿no?

—¿A qué te refieres? — preguntó.

—Podemos divertirnos.

—No interactúo de esa forma con mis seguidores.

—Pero lo acabas de hacer, ¿no?

—Así es, pero solo quise enseñarte un poco del baño tan húmedo que estoy tomando.

—Fue muy poco. Muéstrame un poco más.

Tardó, pero me envió una foto de sus senos apresando el dildo entre ellos, En la fotografía una sonrisa ladeada, que se me hizo sumamente maliciosa y atractiva aparecía adornando lo que se alcanzaba apreciar de su rostro.

—Tal vez en otra ocasión me entren las ganas de enviarte un lavado más profundo, pero por ahora debo ir a dormir. Ten lindos sueños, poli — finalizó. 

Y por supuesto que los tendría luego de esa interacción tan sublime que acabo de vivir con mi estrella favorita. 

Obsesión[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora