Laura
La vida puede ser dura a lo largo del camino, puede traernos dolor y hasta situaciones que a veces no merecemos que nos suceden, pero siempre tenemos que estar seguros que, en algún punto de nuestra vida, la ruleta va a jugar y va a caer a nuestro favor.
En el mundo me consideraba una vida muerta, alguien que había nacido para recibir todo ese odio y desprecio solo por dejarme llevar por lo que mi corazón y mi mente decidieron sin que yo pudiera hacer algo. Jamás conecté con ese niño que, a toda costa, quería ser igual de hermosa a su madre. Jamás pude sentir un poco de amor propio teniendo un cuerpo que no me generaba nada más que frustración y tristeza, porque sencillamente no era el que me tocaba haber nacido.
Las mujeres y hombres que pasan por mi mismo caso, son muchos en el mundo. No soy la única que sufre a causa del desprecio y el repudio que nuestra supuesta «condición» genera en sus vidas perfectamente pecadoras. En el mundo existen muchos males, como para que la atención se centre en personas que luchan por sus derechos de libre expresión y equidad.
No me considero una activista, pues algunos de ellos, tienen pensamientos que solo los benefician a ellos mismos, pero sí estoy de acuerdo que, ya es hora que el mundo acepte que nosotros somos seres humanos al igual que ellos, y que al igual que todos, tenemos los mismos derechos de tener una vida digna y amar sin necesidad de estar escondieéndonos de una sociedad que se asusta y juzgar viendo un beso entre dos mujeres y no con un violador que acecha a un niño en su escuela o en la calle.
Las personas y su decadencia hacen que el mundo no sea una buena opción para vivir en tranquilidad.
Hace dos semanas terminamos de arreglar la habitación de mi gordito, con la esperanza de que servicios sociales me dé la oportunidad para que él pueda vivir conmigo y con Enzo, pues él se ve muy emocionado con la idea de tenerlo en casa. Me sorprendió que me dijera que quería cuidarlo y protegerlo junto conmigo, como queriendo decir cosas que he empezado a imaginar y, que, por obvias razones, yo no le puedo dar por más que quisiera.
—Estoy nerviosa — confesé, alisando mi vestido una vez más.
—Todo va a salir bien, cariño. Verás que nos darán la custodia del pequeño.
—Dios quiera que así sea...
El timbre sonó y mi corazón se puso como loco. Las manos me sudaron en cuanto Enzo abrió la puerta y la mujer de servicios sociales apareció frente a mis ojos.
—Buenas tardes, Srta. Bermúdez.
—Buenas tardes, Srta. Durango — saludé amable—. Bienvenida.
—Gracias. Como ustedes ya saben, la visita a su casa es el último procedimiento para decidir si su hogar cumple con todos los requerimientos para que un niño de dos años viva de manera armoniosa y saludable bajo su responsabilidad y protección, ¿no? — asentimos—. Muy bien, entonces vamos a ver si, sí realizaron los cambios a la vivienda.
—Venga conmigo, Srta. Durango — Enzo la guio adelante mientras yo los seguía en completo silencio.
La mujer de servicios sociales inspeccionó la casa a detalle, observando todo minuciosamente y haciendo uno que otro comentario positivo que me tenían apretando fuerte. Creí que en cualquier momento me iba a explotar con todo el aire que estaba reteniendo en mis pulmones. Una vez terminó su inspección, se marchó de la casa prometiendo una respuesta a más tardar en cinco días hábiles.
—¿Cómo crees que nos fue?
—Yo creo que bien — sonrió nervioso—. Pues basándonos en los comentarios positivos que nos dio, creo que sí nos fue bien.
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Obsesión[✓]
RomanceEnzo es un oficial de policía que vive sometido a su arduo trabajo para proteger a la sociedad de la maldad. Su trabajo no le permite disfrutar de los placeres de la vida como le gustaría, pero en sus cortos descansos encontró su propia diversión en...