—También te deseo, mi amor — musitó, enredando de sus manos mi cabello y acercándome más a su boca.
No necesité nada más para seguir explorando su boca a mi antojo y llenar mis manos con las proporciones perfectas de su cuerpo. Empezamos a caminar torpemente hacía alguna dirección sin sentido, jadeando y besándonos como si el mundo se fuera acabar ahí mismo.
Chocamos con las paredes, pero no nos importaba nada a nuestro alrededor. Presioné su cuerpo contra una pared, llevando sus manos por arriba de su cabeza y descendiendo mis besos por su cuello. Joder, no tenía ni la menor idea de lo mucho que he soportado para no cargarla con ella. Llevo meses sin estar con una mujer, es normal sentir que en cualquier momento voy a explotar.
—¿Estás segura de querer hacer el amor conmigo? — susurré, recorriendo con mis labios su escote—. Puedo esperar el tiempo que tú quieras.
¡Me siento en la mismísima gloria! Habia soñado con esta mujer una infinidad de veces, y ahora mismo no encuentro por dónde empezar a probar.
—Estoy segura, y quiero hacerlo contigo — respondió con la voz entrecortada.
La miré por unos instantes antes volver a besarla, pero mucho más despacio y profundo.
—Ven, tomemos una ducha juntos.
—Tienes pintura en los labios — soltó una risita—. Tus besos saben a pintura.
—Igual los tuyos.
Nos adentramos al baño y nos desnudamos frente a la atenta mirada del otro. Siento que el corazón se me parará en cualquier momento, pues ver su desnudez en una foto o un vídeo no es lo mismo que al tenerla así de expuesta frente a mis ojos. Si antes estaba emocionado con esos besos y esas caricias subidas de tono que nos dimos, terminé por endurecerme un poco más al ver por completo cada centímetro de su divina figura.
Recorrí lentamente su cuerpo, embrujado por el tono trigueño de su piel, por esos pequeños tatuajes que tiene en su vientre bajo y que se acercan a esa zona que me está llamando a gritos para ser descubierta. Sus redondos y perfectos senos al aire libre, se me hacen que, incluso, son más grandes de lo que llegué a pensar. Soltó su cabello y por poco caigo de lo hermosa que luce; tan malvada y perversa, pero a la vez tan pura y tímida. Es una mezcla perfecta de la Laura que actuaba frente a la cámara y una por fuera de ella.
—Eres tan jodidamente hermosa y perfecta.
—Tu estás mucho mejor de lo que recuerdo esa última vez — sonrió pícara, para luego lamer sus labios paulatinamente.
—Debería hacer lo mismo, ¿no crees? Ya sabes; jugar con tu cordura y luego dejarte con las ganas.
—No creo que seas tan malvado como para hacerme algo así.
—En eso sí tienes razón; no soy tan malo como tú — la giré, solo para observar ese bonito y firme trasero que se carga la muy condenada—. Es que con todo esto, es muy difícil resistirme — se me escapó un suspiro.
—Me vas a hacer poner roja.
Reí a carcajada suelta con su comentario, dejando un beso sobre su hombro.
—Te ayudaré a quitar toda esa pintura.
Entramos a la cabina y cerró la puerta de cristal antes de abrir la llave y dejar que el agua cayera sobre nuestros cuerpos. Primero fue ella la que quitó todo rastro de pintura de mi rostro y mis brazos, porque no es que estuviera tan manchado como ella. Sus manos son muy suaves, tienen el poder de ponerme a temblar con sus roces. ¿Desde cuándo me volví tan sensible? Supongo que eso se debe a ella, porque es la única que capaz de despertarme súbitamente de la muerte con una mirada cargada de perversión.
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Obsesión[✓]
RomanceEnzo es un oficial de policía que vive sometido a su arduo trabajo para proteger a la sociedad de la maldad. Su trabajo no le permite disfrutar de los placeres de la vida como le gustaría, pero en sus cortos descansos encontró su propia diversión en...