Por favor...

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Desde ese intento fallido de probar sus labios una vez más, no ha vuelto a darse una oportunidad como esas. Es como si el destino no quisiera que estemos a solas por más de un minuto. Su trabajo en el hotel la ha mantenido bastante ocupada, mientras por mi parte, mis terapias también me han tenido bastante entretenido. La única forma en la que puedo deleitarme con su presencia es cuando cenamos juntos por las noches, pero necesito sacar a como dé lugar este sentimiento de adentro o siento que me voy a ahogar con el en cualquier momento.

No quiero seguir guardando todo lo que ella me hace sentir, pues en lugar de sentirla cerca de mi, a pesar de estar a tan solo pasos de distancia, la siento muy lejos.

—¿Seguro que no necesitas nada más? Puedo ayudarte en lo que me pidas, cielo.

—No, mamá, con que me compres todo lo de la lista es más que suficiente. Del resto me encargo yo.

—Todo sea por verte feliz con Laura.

—Aun no sé lo que vaya a decirme, así que no puedo estar seguro de que vaya a aceptarme.

—¿Y quién no sería capaz de aceptar a un hombre tan bueno y guapo como tú? Mi amor, no sabes lo feliz que me siento porque hayas decidido abrir tu corazón a una chica tan buena y linda como lo es ella.

—¿Crees que le guste mi sorpresa? — me vi preguntando con cierta timidez.

—Que ten tengan rosas, una cena deliciosa y una botella de vino sin que sea tu cumpleaños o una fecha importante es algo que derrite el corazón de toda mujer. Y la que diga que no, es porque está mintiendo descaradamente. Nosotras las mujeres nos damos cuenta y enterramos en el corazón esos pequeños y grandes detalles que tengan con nosotras, más cuando se trata del hombre que nos trae locas.

—No creo que Laura esté loca por mí, mamá.

—¿Y tú qué sabes? ¿Acaso ahora sientes por ella?

—No, pero... — suspiré—. No quiero ilusionarme más.

—Entonces deberás esperar a que ella misma, o te baje de la nube o te siga subiendo al cielo con su respuesta — dejó un beso en mi mejilla antes de salir de la casa a traer todo lo que necesito para preparar la cena.

Esta noche quiero sorprenderla, llenarla de atenciones y agradecer todo lo que ha hecho por mí a cambio de nada.

Mi madre trajo consigo todo lo que le pedí y me ayudó a decorar el comedor mientras ponía todo el corazón a la rica cena que he tenido en mente desde hace días. Espero que la paella de mariscos sea de su total agrado, pues es de mis comidas favoritas y quiero compartirla con ella. Hace mucho no cocinaba, pero me sentía muy alegre y positivo haciéndolo.

Si me rechaza, el golpe será muy doloroso, más no saco nada con intentarlo, aunque sea una sola vez.

Cocinar en la silla de ruedas es más complicado de lo que parece, ya que quedo muy bajo y no puedo usar libremente el espacio como me gustaría, pero me las arreglé para que la cena quedara perfecta. Mi pierna ha tenido gran mejoría en las últimas semanas, pero aún no puedo generar desgaste o la terapia se verá quebrada. Ahora uso muletas para moverme estando en la casa de a poco, pero cocinar con ellas es mucho más difícil que al estar sentado.

—Ya está todo listo, mi amor.

—Gracias por ayudarme en todo esto, mamá.

—No agradezcas, sabes que, cuando se trata de ti, lo hago con el alma y el corazón. Estaré fuera toda la noche, probablemente no venga mañana tampoco, así que tomen la cosa con calma y primero hablen de todo lo que tengan que hablar.

—Mamá, por favor, es vergonzoso que intuyas algo como eso.

—Cuando tú ibas yo ya he venido dos y hasta tres veces, mi amor. Recuerda que primero deben hablar, y ustedes tiene mucho que decirse — tomó su bolso, pero se quedó mirándome con curiosidad—. ¿Qué sientes por ella?

Me quedé pensando lo que Laura me hace sentir. En un principio era algo sexual, de eso no me cabe duda, pero desde que empecé a tratar con ella de manera más personal, el deseo se fue transformando a un gusto y un amor casi imposible de alcanzar.

—Puedo asegurarte que estoy enamorado de ella.

—¿Seguro?

—Sí, mamá, estoy completamente seguro que ella es la mujer de mi vida — respondí sin titubear.

—Muy bien, porque ella, al igual que tú, merece un amor sincero y transparente que lo dé todo por ella — besó mi frente con dulzura—. Ponte guapo para tu chica. Te quiero.

—Te quiero mucho más, mamá — dejé un beso en el dorso de su mano, y la vi salir de la casa con una sonrisa en los labios.

Tomé las muletas y subí a mi habitación para cambiarme y arreglarme acorde a la ocasión. Tengo los nervios en la boca del estómago, creo que en cualquier momento voy a explotar de ansiedad y ella ni siquiera ha llegado a casa.

Una vez quedé listo, bajé a asegurarme que la paella ya estuviese cocida. Cuando estuvo en su punto, llevé la olla a la mesa y la serví en dos platos, pues quiero que en cuanto llegue de su trabajo, pueda disfrutar de un plato fresco y recién preparado. Cada segundo que cuento en mi mente me tiene sudado frío.

Al escuchar la puerta abrirse, mi corazón se saltó un latido. Mis manos no dejaron de temblar mientras tomaba lugar en la mesa y esperaba verla cruzar.

—Gracias por traerme, aunque no era necesario — la escuché decir.

—Es un gusto para mí, Srta. Laura — me tensé al escuchar la voz de un hombre, así que me levanté tropezando con las patas de la mesa y me acerqué a la sala en silencio—. ¿Puedo venir a recogerla mañana?

—No, no hace falta que lo haga, Sr. Davis.

—No me molesta, además tu casa me queda de camino y...

—Buenas tardes — interrumpí sin poder contener el desazón en mi pecho y la ola de celos que sentí tras ver la mirada que ese hombre le estaba dando a mi Laura.

—¡Mi amor! — se acercó ella mí, dejándome de piedra por unos cuantos segundos—. Te presento a mi jefe; el Sr. Davis. Sr. Davis, le presento a mi novio; Enzo Sánchez.

—Buenas tardes — el hombre ocultó muy bien el disgusto en su expresión, pero a mí no pasó desapercibida—. Un gusto conocerlo.

—El gusto es todo mío — rodeé su cintura con mi brazo y la acerqué a mí con posesividad y rabia—. Gracias por traer a mi mujer a casa y asegurarse que llegue a salvo.

—No se preocupe, lo hago con el mayor de los gustos. Ahora debo irme. Hasta pronto — el hombre dio media vuelta, y Laura soltó un gran suspiro al verlo marcharse.

—Gracias por seguirme la corriente. Ese hombre no sabe lo que significa un «No me interesa».

—Así hay hombres — la solté y cerré la puerta, pero solo necesitaba calmar los latidos furiosos de mi corazón.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Adelante.

—¿Vas a salir? — la miré de reojo—. Digo, si se puede saber. Tampoco es como que estés obligado a decirme lo que hagas.

—No. Tengo una cena acá en la casa con la mujer más bella que pueda existir en este mundo — la encaré.

—Ah, entiendo — desvió la mirada, mordiendo su labio inferior—. Entonces no te quito más tiempo. Si necesitas que me vaya, escríbeme un mensaje y desaparezco en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Y por qué deberías irte, si eres tú esa hermosa dama que me acompañará durante toda la noche?

—¿C-cómo?

—Si gustas ponerte más hermosa de lo que estás, adelante. Pero si quieres cenar conmigo así como estás, déjame decirte que no le veo problema alguno. Sin importar lo que uses, sigues luciendo perfecta y divina — corté el espacio que nos separaba y acaricié su mejilla—. Cena conmigo, por favor...

Obsesión[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora