Diferentes caminos

1.3K 163 11
                                    

Entre los dos hubo un silencio que no se podía ni cortar con cuchilla. Su silencio me estaba matando poco a poco, pero tampoco me atrevía a darle la cara y ver sus expresiones. Lo que menos soportaría sería ver desprecio o asco en sus ojos, no cuando he estado tan acostumbrada a verme como la más bonita y hermosa de las criaturas.

Lo vi agarrar la botella de vino, y por el sonido que hizo su garganta, pude constatar que bebió un largo trago de esta sin tomarse un solo respiro. Al acabar, dejó la botella de golpe en la mesa, pero siguió manteniéndose en silencio, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas para decirme, pero no necesito que me diga nada por obligación o algo por el estilo. Desde un principio sabía que si confesaba mi secreto, todo acabaría en un abrir y cerrar de ojos.

Tras su prolongando silencio, hice de tripas corazón y me puse de pie con las lágrimas al borde de mis ojos. No quería llorar, menos frente a él, pero fue inevitable no quebrarme en cientos de pedazos. En el fondo guardaba una sola esperanza.

¿El amor es así de doloroso? Creí que era bonito y sin sufrimiento; sin embargo, más me duele no ser todo lo que él esperaba.

Subí a la habitación e hice mis maletas a la velocidad de un rayo. Estar en esta casa me está asfixiando con cada segundo que permanezco acá. Necesito salir y escapar lo más lejos si es que es posible, encerrarme por mucho tiempo hasta que la desilusión y el dolor se vayan de mi pecho, pero es tan difícil olvidar que mi primer amor acabó de esta manera.

Bajé las escaleras con las maletas en mano, dándole un breve vistazo al comedor para darme cuenta que Enzo seguía sentado en el mismo lugar, con la cabeza baja y ahora la corbata a un lado de su plato. Quería suplicarle como nunca antes lo he hecho en mi vida, pero también sé entender el silencio. A veces quedarse callado dice más que mil palabras.

Limpié las lágrimas que no dejaban de salir, con una opresión horrible en el pecho y una bola de emociones atrapadas en mi garganta. No fui capaz de despedirme, más no creo que sea conveniente decir adiós en un momento como estos.

Dejando mi corazón y todas mis ilusiones en sus manos, seguí mi camino hacia la puerta y salí de la casa. La noche me recibió de lleno, más me vi una vez más como hace muchos años cuando salí de la casa de mis padres dispuesta a tener una vida lejos de ellos. Todo parecía una estúpida escena repetitiva de no creer; sigo siendo tan patética y soñadora como en ese entonces, solo que ahora tengo el corazón roto y la herida más abierta de lo que en ese tiempo la llevaba.

Caminé derecho por la misma calle que sale de la casa de Enzo. Ni siquiera cuento con auto propio para llegar al que era mi apartamento con la esperanza de que aún esté vacío, o también podria ir al único lugar donde sé que siempre seré recibida, pero siempre será a cambio de mostrar mi cuerpo. Después de todo, es así como funciona esta vida de mierda; siempre se da para recibir así en muchas ocasiones no sea necesario hacer un intercambio.

Si das algo, es porque lo haces con el corazón, pero la avaricia es mucho más grande que la misma humanidad.

—¿Por qué rayos no me quedé en el apartamento? — sollocé, viéndome perdida en medio de la calle y sintiéndome pequeñita en medio de este mundo lleno de lobos.

Mierda, que miserable me siento sin tener con quien contar. Solo Dios y Samay sabe cuánta falta me hace, pues ella era mi apoyo así como yo era el suyo cuando nos encontrabamos totalmente destruidas.

—Laura... — escuché la voz de la Sra. Teresa a mi lado, y detuve mis pasos—. Para que estés aquí, es porque ya le contaste la verdad, ¿no es así?

—Sí, ya conté eso que tanto me estaba pesando en los hombros.

—¿Y te dejó ir así sin más? — bajó de su auto y su abrazo fue tan sincero y transparente, que terminé por quebrarme en sus brazos—. No entiendo...

—No hay nada que entender, su hijo ahora mismo debe estar odiandome con todas las fuerzas de su ser, y no es para menos, a fin de cuentas, no soy lo que esperaba.

—Eres mucho mejor.

—Ya no importa. Qué más da si soy más o menos. Es mejor así, que vivir en un mundo fantasioso.

—Sube al auto, te llevaré de vuelta a casa a solucionar todo este embrollo.

—No quiero volver con él. Créame, es mejor que cada quien haga su vida por diferentes caminos. Cuando ya no esté tan impactado por mi confesión, agradezcale todo lo que hizo por mí y por dejarme vivir en su casa durante todo este tiempo.

—¿No vas a luchar por su amor? ¿Por lo menos te dio una explicación del por qué cambió de parecer de un momento para el otro?

—No me dijo nada. El silencio otorga, Sra. Teresa. Además, no es que hubiera algo entre su hijo y yo.

—Pero ¡él te ama de la misma forma en la que lo haces tú!

—No siga, por favor — le pedí, ya sin ganas de siquiera seguir llorando—. Conocerla a usted también fue maravilloso. Es una mujer grandiosa, ahora veo de dónde sacó Enzo ese buen corazón. Gracias por todo lo que han hecho por mí. Espero nos volvamos a ver algún día. Hasta pronto.

—Laura...

Detuve un taxi que justo cruzaba por la calle y me fui directo a la casa de Lucrecia, pues sé que allá, aunque tenga que pagar un alto precio, tengo un lugar fijo.

Obsesión[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora