Labor

4.9K 274 12
                                    

Nota: Hola, mis amores, espero se encuentren muy bien. Antes de empezar, te advertiré que esta novela será muy diferente de las que he hecho antes, así que te recomiendo leer las etiquetas antes de leerla para que todo esté claro. En vista de que el bloqueo que tengo con lo que suelo escribir, está brutal, quise renovar un poco y jugar con varios temas a la vez. Espero sea de su agrado y me puedan apoyar como siempre.

Los quiero mucho. 

...

En lo que mí respecta, pienso que todos somos libres de hacer con nuestra vida lo que queramos, eso sí, sin necesidad de hacerle daño a nadie. Hay muchas formas en la que el ser humano puede disfrutar y gozar a plenitud de sus días, ya sea haciendo lo que más le guste o incluso quedándose en casa sin hacer nada.

Lo que para unos resulta chocante, indigno e incluso morboso, para otros es su manera de buscar esa felicidad por pocos minutos. Para mí buscar en la internet mujeres con las que pueda saciar esos deseos que tanto consumen al hombre, se ha vuelto algo rutinario, pero desde hace unos meses, la única mujer que ha captado todos mis sentidos, no solo por su contenido tan explícito y delicioso, sino también por su gran belleza, ha sido Laura.

Laura; la chica que así se hace llamar en su perfil, crea contenido para adultos todos los fines de semana y, aunque estoy seguro que no soy el único que la ve, es como si ella hubiera sido creada solo para mí.

Cuento desesperadamente cinco días para verla bailar en esos trajes tan diminutos y provocativos que usa. Muero por dentro cada que se acaricia de esa forma tan abierta consigo misma y logra que mi mente vuele a ella; a un lugar en el que soy yo el que hace un desastre en su divino cuerpo. Esa mujer es candela, se nota a simple vista que para ella el sexo no es un tabú.

Si he estado soltero por tantos años, ha sido por esa única razón en la que una mujer no me satisface en la cama como a mí tanto me gustaría. He querido y amado con todas las fuerzas de mi ser, pero el sexo siempre queda plano y el interés y el gusto se va perdiendo con el pasar de los días. Si un hombre y una mujer no se aman apasionadamente tanto en la cama como por fuera de ella, la relación no va a marchar bien.

Soy oficial de policía, por lo que el tiempo que tengo libre es muy limitado, por eso siempre que tengo oportunidad, es a Laura a la mujer que busco, pero comunicarme con ella es todo un fastidio. Pueden pasar semanas enteras para responderme, aunque sea un saludo. Estoy seguro que muchos otros deben escribirle, y para ser honesto, ¿quién no lo haría? Y ese hecho me frustra bastante. He deseado tener exclusividad, que sea el único hombre en verla explorar su sexualidad hasta el cansancio, pero eso es mucho pedir.

—¿Estás ocupado? — Mauricio, mi compañero, entró a mi oficina.

—No, ¿qué pasa? — bloqueé la pantalla de mi celular y lo guardé nuevamente en mi bolsillo.

—Hay una chica afuera. Ya sabes, maltrato físico.

—Hazla pasar — suspiré.

—Sí, señor.

Me acomodé en mi silla y abrí el nuevo documento para prepararme a redactar toda la denuncia que la mujer tenga para hundir a ese infeliz canalla que se atrevió a hacerle daño.

—Buenas tardes... — saludó ella, y me levanté para estrechar su mano.

—Buenas tardes. Soy el Oficial Sánchez. Tome asiento, y cuando se sienta preparada, puede empezar.

—Gracias — musitó, tomando asiento en la silla que le corresponde.

Aunque tenía varias capas de maquillaje en el rostro, a simple vista se veía los moretones en sus pómulos. Su ojo derecho se encontraba bastante inflamado, pero se alcanza a ver un golpe que estaba empezando a madurar, así que deduje que no era reciente. Esta chica, que no me sorprendente lo joven que es, ha sido golpeada desde hace varios días atrás. 

La chica empezó a contar su historia junto a ese hombre que tanto daño le ha hecho en su vida. Los abusos, los golpes, los insultos. Detalló todo lo que por años ha vivido, solidando una denuncia que yo mismo me encargaré de hacer validar para que ese desgraciado pase unos buenos años encerrado tras las rejas.

Al terminar de procesar la denuncia, me ofrecí llevar a Samay a su hogar, solo para cerciorarme que su expareja no se encontraba en la casa o por los alrededores. El temor de la chica era grande, por eso dejé a uno de los oficiales patrullando la zona, al menos por un par de días en lo que el fiscal del caso expide la orden de captura con un juez. A veces suele tardar meses este tipo de procesos, pero teniendo a la mano buenos contactos, todo tiende a ser más sencillo.

—Muchas gracias por todo, Oficial Sánchez — dijo ella tímida y con la vista en el suelo.

—No tiene que agradecerme, Srta. Rivera, después de todo, mi labor es proteger a cada uno de los ciudadanos. Y, por favor, si su expareja regresa, llámeme. Este es el número de mi oficina, si yo no respondo, mi compañero lo hará — extendí una tarjeta donde mi número directo de extensión aparece en ella—. No lo enfrente sola —recalqué.

—Claro que no — me miró por unos cuantos segundos con una escasa sonrisa en los labios—. Gracias nuevamente.

—Todo parece estar en orden — me informó el Oficial Collins por la radio.

—Muy bien, no pierdas de vista nada.

—Sí, señor — cortó la comunicación.

—Pase bonita noche — me despedí de ella, subí a mi auto y conduje de nuevo a la estación. 

Obsesión[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora