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¿Banquete? ¿Él había dicho que ellos serían el banquete?

Chan frunció el ceño desconcertado y por alguna razón quiso buscar en la mirada de Changbin alguna explicación, pero apenas sus ojos hicieron contacto, el menor desvió la mirada y le dio la espalda.

— Changbin . . . — murmuró Chan con las lágrimas acumuladas en sus retinas. "No puedo odiarte".

El nombrado no se inmutó y continuó en su posición. Hyunjin dejó humedecidos sus labios para luego tener la iniciativa de volver al frente, pero Chan se lo había advertido, él no se quedaría tranquilo, y le quedó claro al hada cuando fue empujado con fuerza, casi haciéndole perder el equilibrio, pero en cuanto se recompuso y los guardias tomaron al humano de los brazos, Hyunjin se volteó a mirarlos con los ojos verdes resplandecientes; estaba furioso.

— ¿Cómo pudiste tocarme? — cuestionó indignado. — ¿¡Crees que es un juego!? — alzó aun más la voz, pero Chan no le bajó la mirada y quizá fue eso lo que más le enojó. — Debo llevarte sano al palacio pero . . . — de pronto Hyunjin levantó su mano hecha un puño y luego lo bajó con fuerza, como si hubiese tirado algo al suelo y hubiera querido que rebotara, sin embargo, lo que se desprendió desde el interior de su manga holgada fue una cuerda dorada que se asimilaba a un látigo que más parecía una serpiente brillante; esta había estado alrededor de su muñeca como una pulsera, y la base seguía estando sujetada, pero al estar suelta él podría manejarla a su antojo. Esa era su arma, un arma mortal, un arma con el que había sido entrenado desde que tenía memoria. — me siento obligado a castigarte.

— Ala derecha — se apresuró en interceder uno de los guardias, ganándose una afilada mirada de parte del pelirrojo. — Su lazo podría matarlo . . . Nuestro rey no tolera que tengan ni un solo rasguño. Disculpe si estoy siendo inoportuno.

Hyunjin pareció pensarlo un poco ya estando con la cabeza más fría. Odiaba la idea de no verse autoritario, pero el guardia tenía razón. Repasó en su cabeza todo lo que había pasado hasta el momento, suspiró rendido y guardó su lazo en un grácil movimiento. Chan observó cómo aquella cuerda volvía a su forma inicial con una velocidad increíble.

— Es gracioso . . . Quizá habrás reencarnado dos o tres veces mientras yo seguía viviendo esta vida, pero aun así lograste enojarme con algo tan simple. — le mostró una sonrisa amarga, llevó sus manos detrás de su espalda, aún sujetando el libro, y se acercó a su rostro furtivamente. — La rebeldía es también un arma que usan los seres humanos para sobrevivir, pero irónicamente esta técnica también los lleva a correr muchos riesgos al mismo tiempo. — miró a otro lado, con dirección a la copa de los árboles que se mecían con el viento a su alrededor. La naturaleza siempre sería ajena al caos de los que tenían voz. — Sólo recuerda esto . . . — volvió a mirarlo fijamente, notó cómo el pecho del humano subía y bajaba con claridad; él también tenía la piel pálida, pero estaba tan vivo. — Mi emperador no será tan piadoso como yo contigo.

— Le tienes miedo — susurró Chan al darse cuenta. Hyunjin frunció el ceño con un aturdimiento indiscutible. Esa no había sido la voz de su cabeza, realmente alguien se lo había dicho y no era él mismo.

— ¿Qué?

— Es eso, le tienes miedo, por eso no me haces nada, por eso dejas que un guardia te dé órdenes. — siguió hablando como si fuese un gran descubrimiento, pero la verdad es que todos lo sabían, porque todos estaban en la misma situación, sólo que ninguno lo diría en voz alta. — Maldito cobarde.

Hyunjin se alejó de él con tranquilidad, fingiendo a la perfección que no era un caos por dentro, porque ya había analizado a Chan, ya había analizado sus palabras, había identificado las debilidades de todos los humanos que estaban ahí y él no era la excepción.

Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora