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Habían colocado a Chan boca abajo sobre una cama angosta que se encontraba en medio de esa habitación. Changbin pudo ver desde la puerta a distintas hadas moviéndose de un lado a otro con rapidez. Detenían el sangrado, revisaban signos vitales, mezclaban pócimas, analizaban y seleccionaban entre la variedad de plantas y flores que tenían a su disposición, usaban sus propios conocimientos y poderes para no perderlo, mientras Changbin trataba de entender qué había pasado. Agudizó su visión para poder asegurarse de que Chan estuviera vivo, debía saber si su cuerpo realizaba ligeros movimientos que indicaran que estaba respirando, y al parecer era así, pero el miedo de que muriera le creó un nudo en la garganta, uno insoportable.

— No mueras . . . No mueras, por favor. — dijo inaudible. — Dame tiempo . . .

Pero ese ya no debía ser su problema. Preocuparse por alguien a quien había decidido traicionar era poco creíble, una actitud pobre e hipócrita. Changbin no merecía siquiera mirarlo, porque por su culpa sus ex amigos se encontraban en ese tipo de situaciones. Incluso Felix, que a pesar de pertenecer ahí, debió tener la libertad de elegir qué hacer sin presión encima. Pedir perdón estaba de más, lo sabía, ya que ni siquiera podría perdonarse a sí mismo, puesto que en su corazón no albergaba el arrepentimiento, y eso era peor.

— No importa si muero ahora . . . Porque ya logré lo que quería. — se adentró a la habitación, detuvo los movimientos de una de las hadas que estuvo a punto de colocar pétalos de lirios sobre la herida abierta de Chan, y dijo — ¿Ve la hinchazón de sus pantorrillas? Fue causada por estos mismos pétalos. Lo matará si esa flor entra en contacto con su herida. Nuestro emperador mandará a decapitarte si se entera de esto.

— ¿Quién es usted? — preguntó la mujer, se soltó de su agarre y depositó el par de pétalos lilas dentro de un bol de madera, todo sin dejar de mirarlo.

— Soy quien trajo a los humanos. — respondió sin rodeos. Era consciente de que todos lograrían reconocerlo por ese hecho en específico, porque era algo que habían estado esperando en el imperio entero. — Así que conozco a este chico. Encuentre otra forma de curar su herida.

— ¿Es del clan Anipse? — preguntó, le hizo una seña a un hada para que se llevara el contenido de lirios y luego volvió a verlo. Changbin asintió. — Es el orgullo de nuestro clan. Mi nombre es Lia, también del clan Anipse. Sería un honor trabajar con usted para salvar a este humano. ¿Está interesado en ello?

— Sí, claro. — aceptó, y aunque intentó no dar una respuesta muy apresurada no pudo evitarlo. Trabajar con alguien de su clan podía ser de ayuda, porque entre miembros con los mismos antepasados siempre había una unión y lealtad indescriptible. — Y por favor, Lia, ya que soy nuevo en todo esto, sé mi mentora.

— Sería un honor, Changbin. — dijo ella con amabilidad. — Y si no es molestia, ¿podría hablarme un poco del mundo humano? Oí que es el peor de los infiernos; siempre juzgando, siempre dudando del otro, siempre traicionando a los de su misma especie, siempre mintiendo aunque sean de la misma sangre, incluso dicen que no se protegen entre ellos, no cuidan de lo que les rodea, de su fauna ni de su flora, porque no les importa que su mundo se deteriore mientras ellos sigan beneficiándose. Suena como el peor de los hogares. Peor que el nuestro.

— Supongo que lo es . . . — "pero se puede lograr ser feliz entre tanta oscuridad si encuentras luz en las sonrisas de las personas".

 — "pero se puede lograr ser feliz entre tanta oscuridad si encuentras luz en las sonrisas de las personas"

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Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora