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El emperador mandó a que el hada que había traído la bandeja de comida se fuera de inmediato de su habitación para poder volver a quedarse a solas con Jisung. Apenas las puertas se cerraron, Minho le sonrió y lo incitó a comer, tomando una cuchara y ofreciéndosela.

— No has estado comiendo bien. — le dijo con suavidad. El menor mantuvo la cabeza gacha.

Nunca había estado sobre una cama tan cómoda, con ropa tan cómoda, con comida tan deliciosa frente a él y con cubiertos tan relucientes como el oro, pero todo eso terminaba en segundo plano cuando recordaba que sus amigos estaban encerrados en celdas.

— No he comido nada.

— Para sobrevivir hay que alimentarse. — insistió con la cuchara hasta que el menor la aceptó. — Si quieres puedo darle una probada. Te prometo que no tiene nada raro.

— Lo sé . . . Pero quisiera que mis amigos también pudieran comer esto.

— Oh, claro. ¡Chaeryeong! — exclamó Minho, por lo que Jisung lo contempló en silencio. ¿Alguien que daba órdenes le estaba haciendo caso en cada uno de sus caprichos? Cuando la pelirroja llegó hasta ellos, el emperador dijo — Que les den de lo mismo a los otros humanos, o incluso más. Que les den todo lo que quieran comer y a la hora que quieran.

— Por supuesto, majestad.

— Diles que va de mi parte para que lo coman, por favor . . . — se apresuró en decir Jisung con cierto temor, no quería ganarse una mala mirada del hada, pero sabía que sus amigos no comerían nada de lo que el emperador pudiera ofrecerles. — Que lo disfruten como en el lago.

— ¿Majestad? — interrogó Chae, buscando la aprobación del monarca, quien asintió de inmediato y con la mano la mandó a retirarse. — Con su permiso, majestad.

Jisung volvió a mirar a Minho. Buscaba en él alguna trampa, esperaba que le dijera que ahora le debía algo, pero nada llegó. Ni siquiera cuando se disculpó por las cosas que había roto en su ausencia le dijo palabra alguna. ¿Qué estaba planeando?

— Sé que no lo recuerdas pero — el emperador miró al menor y se encontró con su mirada, por lo que no pudo evitar sonreír — ¿sabes qué fue lo que me dijiste la primera vez que dormimos juntos en mi cama?

— ¿Qué? . . . ¿Qué fue?

— "¿Si te beso me cortarán la cabeza?", eso fue lo que me preguntaste — y otra vez sonrió, pero esta vez con nostalgia, una nostalgia que desprendía tristeza. — En ese entonces debí ser realista . . . No debí dejar que me besaras.

— ¿Yo te amaba? — preguntó desconcertado. El hada asintió sin dejar de mirarlo. Jisung pensó que realmente debió estar loco en su vida pasada como para llegar a enamorarse de alguien así, pero debía abrir los ojos ante tal nueva realidad, ante tal nuevo peligro — Entonces . . . Si nos conocíamos, sabes cómo morí, ¿verdad? — ante la interrogante la expresión del mayor cambió de golpe, se tornó conmocionada, de verdad no se había esperado una pregunta así, al menos no en ese momento. — ¿Cómo fue?

— No necesitas saberlo . . . Por lo menos no ahora.

— ¿Fue tu culpa? — casi acusó, por lo que Minho dejó de sostenerle la mirada. — ¿Por eso me esperaste? ¿Te sientes culpable de lo que pasó?

— No dejaré que vuelvas a pasar por lo mismo. Esta vez tengo el poder. — aseguró, y con la mirada le señaló la comida que aun no tocaba. — Debes comer. Debes recuperar fuerzas.

— Sabes que no me volveré a enamorar de ti, ¿verdad? — tras la pregunta buscó identificar el sentimiento que cruzó por la expresión del mayor, pero este negó con terquedad.

Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora