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Mientras corría por los pasillos del pabellón del clan Oiril, Felix no supo que Jisung, en medio de su llanto, dejó de intentar soltarse del lazo que lo unía a Minho, y en cambio se acostó a su lado, apoyó su mejilla en su pecho y lo abrazó, sin saber que el hada de cabello lila, en su último aliento había invocado una infinidad de raíces y ramas de todas las plantas y árboles que pudieran haber cerca; estas ingresaron por las ventanas, por el balcón que casi nunca usó y por cualquier orificio existente en la habitación; se arrastraron como serpientes hasta llegar a la cama del emperador, la cual envolvieron mientras Hanji mantenía los ojos cerrados, sintiendo cómo sus ganas de sobrevivir se estaban volviendo nulas.

Al llegar, Felix empujó las puertas con su cuerpo entero, casi cae por la fuerza empleada, pero se recompuso y buscó con ojos desesperados a Jisung, sin imaginar que encontraría dos cuerpos envueltos casi por completo por raíces, y echados abrazados sobre la cama. Se acercó entrando en pánico, quiso buscar algo filoso para sacarlo de allí, por ese momento pensó que Jisung corría peligro, que no era muy tarde para salvarlo, podría lograrlo, llevárselo de allí, huir lejos y estar juntos, pero no había nada cerca, y su miedo no dejaba de crecer al ver que esas raíces se movían solas.

— No, no, no, no, no — repetía al intentar arrancar las ramas delgadas que podían dejar sin poder respirar al humano. — Jisung, dime algo. Dime algo, por favor, di algo.

— Felix — soltó el castaño con cierto temblor en su voz y pasó saliva consternado. El rubio estaba haciendo todo lo posible por sacarlo de ahí. — Lo maté . . . Lo odiaba porque había matado a muchos, pero yo lo maté . . .

— No tuviste opción — murmuró Felix en un intento vago de consolar. En ese momento una de sus manos fue atrapada por una raíz y tuvo que liberarse rápido, pero esta le dejó un resguño donde comenzó a brotar sangre. — Mierda.

— Déjame — le dijo Jisung con un tono calmado y somnoliento. — No quiero dejarlo . . . Jamás podré hacerlo.

— No digas eso — demandó Lix y volvió a intentarlo. Estaba decidido a ir por fuego, quizá una antorcha o una flecha podría ayudar, cualquier cosa — Iré por un hada del clan Esor.

— No . . . Debes irte, mi girasol. — insistió el mayor. En la última palabra su voz cedió y se quebró; Felix sintió un picor en sus ojos, e inevitablemente comenzó a llorar. — No podré salir de aquí. Sé que lo sabes tan bien como yo.

— No te dejaré — prometió y colocó su palma encima de lo que se estaba formando, algo parecido a un capullo; a Jisung le recordaba al túnel de árboles que una vez Minho creó en el bosque, un lindo escondite donde prendieron una fogata y pasaron la noche juntos. — No volveré a dejarte. No volveré a hacerlo jamás.

Después de su promesa la habitación se inundó de un silencio sepulcral. Jisung sabía que debía decirle que se fuera, que su destino no estaba en ese lugar, que debía dejarlo solo con su pecado y su mayor bendición, pero en cambio aceptó que Felix se quedara hasta el final; hubiera estado solo toda su vida si no fuera por él, habría pasado las noches en medio de la oscuridad sin él, en soledad, y además, deseaba que fuera Felix lo último que mirara, al último a quien escuchara.

— Esta noche . . . estamos cumpliendo con nuestro destino — murmuró Jisung, cada vez con un tono más pausado, como si se estuviera quedando dormido. — Changbin y Jeonginnie deberán volver — el llanto de Felix se intensificó, cayó de rodillas al lado de la cama y quiso abrazar a Jisung, no le importaba que esas raíces también lo envolvieran, ya no importaba nada. — sé que volverán, porque yo también lo haré . . . todos lo haremos.

— Jisung . . . — le susurró Felix con un hilo de voz. El humano se quedó en silencio para escucharlo atentamente. — Te amo, Jisung.

— Yo te amo a ti. — le dio en respuesta sin dudar. El corazón del hada se sintió oprimido dentro de su pecho. Tenía al lado a la persona que amaba, pero esta quería morir, y sin importar lo que hiciera, eso pasaría. — Gracias por ser lo más especial de mi vida.

Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora