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Pero antes de que Minho pudiera decidir qué hacer, escucharon voces a lo lejos y las luces del fuego de las antorchas se abrieron paso entre la oscuridad del bosque. Ambos entraron en pánico. Correr se veía como la mejor opción, pero si habían arqueros todo terminaría rápido. Ocultarse se veía tentador, pero las hadas pueden percibirse, por eso lo habían encontrado, había sido tan estúpido.

— Ven, ven conmigo — llamó Minho en voz baja, y entonces el par llegó hasta un árbol imponente, enorme, grande y firme. El hada colocó sus manos sobre la corteza, pegó su frente a la dura superficie y cerró los ojos mientras susurraba algo que Hanji no pudo entender.

— ¿Estás . . .

Y tal como había pensado, Minho logró algo extraordinario. El tronco accedió a su petición, cambió su forma y se abrió creando un ruido áspero, convirtiéndose así en una especie de túnel donde el mayor obligó al humano a meterse.

— Estarás bien. — le aseguró, e intentó ignorar la mirada asustada de la persona que amaba. No veía otra manera, y aunque sería aterrador, todo acabaría pronto. — Hanji, de verdad, estarás bien. Confía en mí.

— No importa si estaré bien — atrapó sus manos antes de que pudiera hacer algo más y entre lágrimas le dijo — Sólo quiero que tú estés bien, pero no alcanzaremos los dos aquí.

— Es porque no estaremos los dos juntos. — y dicho esto se soltó de su agarre y volvió a colocar las palmas de sus manos en el árbol. — Voy a volver a cerrar el árbol y tú te quedarás aquí adentro-

— No.

— El tronco es lo suficientemente grueso para que no te escuchen, pero dejaré un pequeño agujero para que puedas respirar-

— Minho, no-

— Vendrá mi madre, hablaré con ella, le diré que ya te fuiste, voy a llorar — y ya lo estaba haciendo mientras Hanji negaba una y otra vez con su cabeza. No estaba de acuerdo con ninguna palabra que salía de su boca. — y le diré que quiero quedarme aquí, ella lo entenderá, no tendrá opción, entonces te sacaré de aquí, y nos iremos.

— ¿Qué?

— Nos iremos. — repitió con convicción. — Yo también dejaré este infierno . . . Voy a pintar mi cabello, cubriré mis ojos de alguna forma, quizá con pócimas como lo hace el clan Anipse, y robaremos caballos, conseguiremos monedas si vendo mis joyas, podremos vivir lejos de aquí y . . .

— Sí, sí, está bien — aseguró Hanji sonriente. Llevó sus manos al rostro del hada y derramó sus primeras lágrimas de felicidad. Nunca pudo pedírselo antes, pero ahora él se ofrecía y eso lo convertía en la persona más feliz del mundo. — Gracias, gracias, gracias. — acercaron sus rostros y el menor dejó un beso cerca de sus labios. Minho se sintió en el mismísimo paraíso por ese segundo. — Te amo, mi hada.

— Te amo, mi humano.

Y lo que temieron llegó. Después de que Minho volviera a cerrar el árbol y dejara a Hanji adentro, la emperatriz llegó con todo su séquito y unos cuantos guardias que no iban solos. Una mujer y un hombre temieron arrodillados frente a un desconcertado Minho, quien miró a su madre y le pidió una explicación.

— Majestad-

— No confío en ti. — soltó ella de golpe. Minho vio que esos humanos llevaban una venda que cubría sus bocas para que no pudieran gritar, así que sólo los pudo ver llorar. Ellos estaban implorando misericordia de su parte. — No confío en ninguno de tus pasos.

Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora