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A espaldas de los demás, ese último día normal, Hyunjin decidió llevarse a Seungmin del palacio, y como se había hecho costumbre, el humano lo siguió confiando plenamente en él.

Esa tarde ambos llegaron a un lago oculto entre las montañas. Por esa ocasión cada uno montó un caballo y en cuanto llegaron los dejaron alimentarse de la verde hierba que era acariciada por la ventisca. El sol brillaba en el cielo azul despejado, era como la idea que uno tiene de un paraíso, y cuando Hyunjin llegó a su lado con una canasta, Seungmin lo supo, ese infierno no era tan malo.

— Casi me ahogo, pero pues estoy aquí. Desde ese entonces prefiero más el fuego que el agua, pero supongo que está bien, ya que hay muchas otras hadas de mi clan que se encargan de los demás elementos. — terminó por contar el hada sobre esa vez que cayó a un lago parecido a ese. — Mi padre siempre estuvo ahí para nosotros. Él me salvó, esa fue una vez de muchas otras. Por él mi hermana aprendió a tomar muchos riesgos . . . Me gusta pensar que yo también solía ser así.

— Trabajas para el emperador y al mismo tiempo en su contra. Creo que no hay nada más riesgoso que eso. — opinó Seungmin, para entonces darle un mordisco a la manzana roja que tenía en su mano.

Los dos estaban sentados sobre el pasto, en una pequeña colina que les ofrecía una maravillosa vista del paisaje.

— Bueno, mi hermana también hace eso.

— Pero ella no es la ala derecha del emperador. — y ante aquel golpe de realidad, Hyunjin entró en cuenta de que tenía razón. El humano lo vio pensativo, como si no pudiera creer que había llegado hasta ese punto. — Debiste sentir miedo muchas veces.

— El emperador es bueno dejando una intensa primera impresión. — admitió, mordió levemente su labio inferior y asintió — Me obligó desde un principio a serle leal.

— En realidad te quitaron tu libertad pintandola de lealtad. — dijo Seungmin, porque ambos sabían que estaban hablando de las alas, las alas que se le fueron arrebatadas injustamente y que jamás iba a poder recuperar. — Nadie merece algo así. Fuiste una víctima.

— Sí, pero luego maté a muchos . . . Antes de conocerte me convertí en alguien como él. Aún lo sigo siendo. — miró con dirección al lago, observó al sol comenzar a ocultarse detrás de las montañas mientras su resplandor se veía reflejado en el agua cristalina. — No busco redención o algo así. No quiero sentirme como una víctima más que no puede hacer nada. He sufrido mucho, tampoco voy a negarlo, pero no me quedé de brazos cruzados. Es cierto que vi cómo se llevaban a mi hermana de mi lado, pero fui tras ella, trabajé para él, aprendí de él, fui como él . . . Y jamás podré escapar de eso, porque ahora es parte de mí, de mi historia. En cambio tú — lo miró, se miraron. — puedes irte. Puedes ser libre sin la necesidad de tener alas.

Y Seungmin quiso decirle que quería ser libre con él, pero se quedó callado y asintió un par de veces. ¿Cómo eso sería posible? No es como si pudiera volver a su tribu y decirles que quería tener a esa hada como pareja. La sola idea y lo que podrían pensar le causaba un terror intenso, tan intenso como la idea de morir.

— ¿Te sientes bien?

— Sí, sí, sólo — calló al ver a uno metros más allá la silueta de una mujer, quien estaba parada mirándolos fijamente. Hyunjin notó que Seungmin ya no tenía sus ojos en él y rápidamente miró en aquella dirección, reconociendo la presencia al instante. — ¿Quién es?

— Quédate aquí. — le dijo el pelirrojo antes de pararse. — Voy a averiguar qué quiere y luego se irá. Fuera de su territorio no tienen suficiente poder contra un hada. Confía en mí. — vio al menor preocuparse por su entrecejo fruncido, pero cuando también asintió, el mayor decidió ir en el encuentro de ella. — Ninfa . . .

Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora