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Mientras Seungmin dejaba atrás a todo y a todos, recordó las palabras de Beomgyu. Esa vez en la celda, junto con Jeongin, él les había dicho algo importante:

— Y aunque los dejaran salir de este palacio en este momento, y aunque corrieran con todas sus fuerzas al portal por donde vinieron, no podrían salir de aquí, porque está cerrado. Cuando hay luna de sangre todas esas puertas que te llevan a otro mundo se abren al mismo tiempo, la misma noche. Hay una recarga de energía en todas partes, por eso es un festín para ellos. — había dicho, les contó lo que Taehyun una noche le explicó. Por esa razón Seungmin dedujo que así es como su padre y la tribu había logrado encontrar las escaleras en medio del campo de lirios. — Es el único momento que tienen para escapar, la única noche. Por eso la seguridad aumenta, y si no tienen a nadie del exterior que esté dispuesto a ayudarlos, intentar escapar es un suicidio.

Un suicidio . . . Quedarse también era un suicidio.

En realidad Seungmin no estaba pensando en nada en específico, simplemente quería irse de allí, no por dejar a sus amigos, era para alejarse de Hyunjin, y alejarlo a él de su familia.

Esa persecución le recordó la primera vez que escapó y Hyunjin lo siguió por el bosque. El recuerdo se sintió más vivo cuando tuvo que bajar de la yegua en un punto y adentrarse entre los árboles, puesto que por esa parte más frondosa el caballo no podría ingresar y moverse con la agilidad que él sí podría.

— ¡¡Seungmin, basta!! — gritó otra vez el hada a sus espaldas. Él también había dejado abandonado a su caballo en el sendero y lo perseguía bajo la luz de la luna de sangre. — ¡¡Debes escucharme!!

Había cometido un grave error al mostrarle cómo llegar hasta esa puerta. Seungmin era excelente orientándose, y no tardó en encontrarla pese a que sus piernas temblaban de miedo y cansancio. Tuvo que detenerse abruptamente para no chocar contra la madera blanca, llevó sus manos desesperado a la manilla e intentó controlar sus nervios, sentía sus músculos tensos, tenía la vista nublada y los dedos helados.

— Ábrete, ábrete, ábrete — le rogó a la puerta, pero no era capaz de realmente tratar se abrirla. — ¡Por favor! ¡¡Ah, por favor!!

— ¡Seungmin! — exclamó esa voz, entonces un sonido sordo contra la madera. El humano se rindió por ese segundo, con la respiración entrecortada giró lentamente sobre sí y notó que estaba siendo acorralado por el pelirrojo. — Sé lo que escuchaste. — asintió, adelantándose a admitir que entendía el porqué había huido de esa forma. El menor pegó su espalda por completo en la madera, y aunque tenía el rostro de Hyunjin así de cerca, sólo mantuvo la mirada baja, mientras juntaba sus manos furtivamente. — Creo saber lo que entendiste y . . .

Se quedó en silencio cuando su mirada reparó en la mano que Seungmin había alzado repentinamente y dejó suspendida a la altura de su cara. Sus dedos estaban manchados de una pintura verdosa, de pintura protectora. Jisung le había dicho a Seungmin que en algún momento podría necesitarlo, y sí, tenía razón, siempre tuvo razón. Seungmin en ese momento se dio cuenta de que Jisung no había intentado ofenderlo, porque realmente estaba pensando con el corazón, no hubo un día en el que no lo hiciera, pero pensar con el corazón no significaba que fuera la persona más noble e inocente de todas. Estaba dispuesto a hacerle daño, ¿verdad? Vio al pelirrojo arrugar la nariz y fruncir el ceño, se notaba que quería alejarse, sin embargo no lo hizo.

— Salvaste mi vida en repetidas ocasiones — le dijo, fingiendo firmeza, pero no podía ni siquiera mantener su mirada fija, no podía, no quería mostrarle que sus ojos se habían llenado de lágrimas. — Lo hiciste . . . pero no porque me querías vivo . . . Fue porque querías ser tú mismo quien acabara con mi vida.

Con cariño, una flor del bosque | SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora