Cinthia y Santiago son amigos de toda la vida.
Ella es romántica y soñadora. Una joven dulce y encantadora que desde pequeña imaginó que vivía su propio cuento de hadas. Soñaba con ese día que se casaría con su príncipe encantador; ese hombre perfec...
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¿CREES EN ELLA?
"Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien, son besos míos inventados por mí, para tu boca".
Gabriela Mistral.
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Conduce sin rumbo por alrededor de una hora, hasta que, menguando el atardecer llega a uno de los miradores donde se sentó con ella a conversar cuando regresaban de la exposición de arte en la Gran Ciudad. El recuerdo tan cálido y tan indescriptiblemente agradable logra por un momento sosegar el tornado que desbocado arrasa con todo en su mente.
Recuerda entonces, si saber por qué, el primer día en el jardín infantil, él coloreaba algo, no recuerda qué, cuando levantó su rostro y la vio, la niña más hermosa que jamás había visto hasta entonces en su corta vida, vestida con su jardinera escolar impecable, sus coletas bien fijadas y sus curiosos y preciosos ojos color miel. Ella también lo vio y le regaló la sonrisa más maravillosa que el pequeño Santiago había contemplado jamás.
—¿Puedo sentarme con él? —preguntó a la maestra señalando el puesto donde él estaba.
—Sí, Cinthia, puedes sentarte con Santiago.
Aún hoy, a sus 27 años no entiende bien cómo, pero desde ese instante comenzó a amarla, no sabe ni siquiera muy bien sobre qué hablaban, pero si recuerda las grandes conversaciones infantiles matutinas, las carcajadas cargadas de ingenuidad durante los recreos, lo feliz que fue la primera vez que ella se lanzó en sus brazos y lo abrazó así, tan natural, como es ella, tan libre de complicaciones, tan transparente, tan sincera, tan única.
No. Ella no es como Vanessa. Nunca podrá serlo y él es un miserable por tan solo osar siquiera compararlas, él, que la conoce mejor que nadie. Por eso, quiere creer que debe haber una razón para que ella se haya encontrado con Duván, debe haber alguna explicación.
