CAPÍTULO 1

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LA BODA

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LA BODA

"Me hiciste volar contigo para después soltarme al vacío"

Anónimo

El lugar en toda su plenitud está engalanado con arreglos florales frondosos

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El lugar en toda su plenitud está engalanado con arreglos florales frondosos. Impresionantes instalaciones de globos gigantes cubren la enorme fachada de la Hacienda Gandaela. Colgantes rodeados de luces centelleantes, faroles suspendidos casi que mágicamente. Globos, serpentinas y guirnaldas de varios tipos de flores perfumadas, cuelgan de árbol a árbol. Las mesas están ataviadas con cristalería y mantelería de lujo. Las sillas van vestidas de blanco con enormes y elegantes lazos dorados.

Los organizadores del evento han hecho un trabajo extraordinario. Han colocado un toldo blanco enorme en la zona dispuesta para la ceremonia. También hay una carpa inmensa. La luz, blanca y amarilla, ilumina el decorado floral de mimosas en el centro del techo y los laterales. Los tonos blancos y dorados colman la estancia y un cuarteto de música ameniza mientras los invitados esperan la llegada de los novios y el inicio de la ceremonia religiosa.

Sigue llegando mucha gente del pueblo. Conocidos, amigos y familiares. Camareros y gente del servicio circulan con cajas llenas de cubiertos, vasos, bandejas de comida y bebida. En el zaguán de la casa grande está la novia. Está radiante, emocionada, perfectamente peinada y maquillada. Vestida de organza, encaje y cubierta de terciopelo blanco parece una princesa sacada directamente de un cuento de hadas. Sus ojos color ámbar lucen resplandecientes. Sus rizos de pelo negro brillan y caen delicadamente sobre sus hombros, parecen un halo alrededor de su nívea piel.

A su lado está Emilia, su hermana, igualándola en belleza y elegancia. Le ayuda a acomodarse el velo, a recolocarse la falda, desplegando la cola a su espalda. Pone a un lado su pequeño ramo, una mezcla de lirios y rosas blancas, que hace juego con el color de su vestido, de un rosa pálido.

—Estás demasiado hermosa —exclama finalmente, dándole un cariñoso beso levantando un poco el velo.

—Gracias —sonriendo emocionada, Cinthia baja la vista hasta su ramo, que consiste en dos docenas de rosas blancas que bajan en cascada, ataviado con pequeños crisantemos, hortensias y unas ramitas de paniculatas.

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