Capítulo 34

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HONOR Y FAMILIA

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HONOR Y FAMILIA

La sangre solo hace parientes. El amor hace la familia.

El chirrido de una puerta con las bisagras oxidadas hace eco en el sueño recurrente que, en esos momentos, una vez más la atormenta; como siempre, una espesa neblina gris cubre la pequeña y maloliente habitación en la que se encuentra, la danza ar...

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El chirrido de una puerta con las bisagras oxidadas hace eco en el sueño recurrente que, en esos momentos, una vez más la atormenta; como siempre, una espesa neblina gris cubre la pequeña y maloliente habitación en la que se encuentra, la danza arrítmica de una gruesa vela casi derretida ilumina muy poco el lugar creando sombras tenebrosas y deformadas.

El olor... ese olor...

Está bañada en sudor, con su cabello pegado a su rostro sucio y desfigurado por el sufrimiento. Siente la respiración agitada, el corazón le bombea precipitado, un fuerte dolor le destroza las entrañas, algo parecido a un cólico insoportable que retuerce su abdomen y que se apodera de su espalda.

Lágrimas amargas inundan sus pálidas mejillas, gritos desgarradores laceran su garganta, las manos las tiene entumecidas y lastimadas de tanto apretar las sabanas manchadas del espeso líquido que fluye sin cesar.

«Ya casi», le informa la mujer que la asiste.

Es una persona mayor de rostro implacable, voz inflexible y cruel que la aterroriza cada vez que pasa sus arrugadas y ásperas manos por su piel y oprime su vientre dilatado.

El dolor se maximiza, es insoportable... la hace gritar... una vez más, otra más con más fuerza y...

Un llanto...

Un llanto...

Es un llanto...

—Mariana...

Escucha una voz que retumba en la espesa y agobiante oscuridad.

—Mariana, despierta... ¿estás bien?

Abre los ojos pesadamente, con mucho esfuerzo y se encuentra con la mirada preocupada e inquieta de Emilia quien, sentada a su lado, le sostiene la mano y la llama insistente, intentando despertarla.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora