Capítulo 11

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ÉL ES MÍO

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ÉL ES MÍO

"Enamorarse en como saltar al vacío, no duele si no hasta que llegas al final".

"Enamorarse en como saltar al vacío, no duele si no hasta que llegas al final"

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—No quiero ir —Cinthia se niega, con fastidio—. No quiero...

—Nada de negarse —Emilia la toma por el brazo—. Paola me llamó, tiene algo que contarnos, así que le propuse que nos encontráramos por la noche en el Bar de Joaquín. Además, llevas muchos días aquí encerrada, no más autocompasión.

El Bar de Joaquín es un lugar bastante cómodo, agradable y acogedor donde la gente del pueblo asiste, ya sea para tomar un delicioso vino, algunos tragos de licor o solo unas buenas cervezas. El ambiente es contagioso sobre todo los fines de semana. Tiene karaoke, música en vivo y unas magníficas mesas de billar.

Antes de llegar al bar, pasaron por Paola, quien esa noche luce particularmente hermosa y radiante, aunque un poco pensativa y preocupada. Muchos de sus viejos amigos están en el bar, algunos incluso lucen como si nunca hubieran dejado la escuela secundaria. En una de las mesas de billar están Darío, Diego y otros tres antiguos compañeros más.

Las tres chicas se sientan en una de las mesas y comienzan una charla amena. Conversan divertidas recordando anécdotas y cotilleando un poco. Por un maravilloso momento Cinthia la está pasando bien, su cabeza está libre de esos pensamientos que tanto la atormentan.

—Doña Elvira es maravillosa —cuenta Paola, con la risa disminuida—. Me preocupa mucho el abandono en el que la tiene su familia. Tiene todo lo que necesita, pero le falta lo más importante... compañía y amor —lamenta con tristeza—. Ya es una persona bastante mayor y ni sus hijos, ni sus nietos se preocupan por ella.

Doña Elvira vive en la hacienda Delvalle, una de las haciendas más hermosas y productivas de la región comparada solo con la Hacienda Gandaela y la Hacienda Sandoval. Enviudó hace pocos meses y desde entonces su salud ha desmejorado. Paola se ha encargado de cuidar de ella y hacerle compañía; entre las dos ha nacido un afecto enorme y un cariño puro y desinteresado.

—Ayer tuve un fuerte altercado con su nieto —continúa Paola un poco molesta—. El engreído Esteban Delvalle —resopla ante el recuerdo.

—Yo casi no lo recuerdo —comenta Cinthia—. Si mal no estoy, su padre se lo llevó de la región cuando apenas empezábamos la secundaria.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora