NUNCA VOLVERÉ A DUDAR
"Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni dónde, te amo directamente, sin problemas, ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera".
Soneto XVII. Pablo Neruda
—Júrame que eres solo mía, Cinthia —exige en un profundo y áspero susurro, recalcando la orden con una sensual caricia de sus labios abiertos contra los de ella.
—Te lo juro, mi amor —contesta recorriendo con sus manos abiertas la espalda ancha que tanto adora acariciar—. Solo soy y solo quiero ser tuya. —baja las manos hasta la firmeza de su trasero y lo aprieta con descaro—. ¡Hazlo ahora!
—¿Qué cosa? —pregunta sonriendo con el deseo y la excitación escaldando su cuerpo masculino.
—Hazme tuya —sube la mano, lo agarra por la nuca y lo acerca de nuevo para besarlo apasionadamente. Se trepa a su cintura enrollándole las piernas y recorriéndole la mandíbula con los labios, le susurra al oído—: Vamos a nuestra cama.
Sin dudarlo una fracción de segundo, sujeta fuerte el trasero de la chica y camina con ella hacia el dormitorio sin dejar de besarla. En el interior de la alcoba, Cinthia se baja y hace que Santiago se siente en el borde de la cama. Lenta y sensualmente, se va deshaciendo de su ropa, que cae una a una al suelo, hasta quedar completamente desnuda. En la penumbra de la habitación, Santiago se deleita disfrutando del excitante striptease, saboreando con avidez con la mirada cada una de sus tentadoras curvas.
Se acerca a él y comienza a desvestirlo igualmente, acariciando suave e incitante cada parte de piel que va quedando al descubierto. Una vez desnudos, Cinthia coge una mano de Santiago y cubre uno de sus senos con ella. Santiago lo aprieta con suavidad y la besa dulcemente, enredando la lengua con la suya. Ella separa los labios recibiendo su hambrienta boca, empezando a sentir, el deseo explosivo que va creciendo como fuegos artificiales a medida que él empieza a tocarla con más solicitud.
Gemidos se escapan de su boca al escuchar la respiración agitada de Santiago, mientras su propio corazón empieza a latir tembloroso. Casi que en cámara lenta siente sus duros muslos tensarse al tiempo que es atraída aún más hacia su cuerpo, cautivando aún más sus sentidos mientras respira la fragancia de su rica colonia.
Santiago, por su parte, le acaricia los pezones con los dedos y le saborea el cuello con besos ligeros y suaves, sube nuevamente, busca su boca y le muerde el labio inferior con lenta y ardiente presión que les resulta excitante, mientras ella lo sigue motivando con atrevidas caricias que van desde su nuca hasta la parte baja de su espalda.
Cinthia se sienta a horcajadas sobre sus caderas y él aprovecha para seguir besando los senos y meterse un pezón en la boca. Mete la mano entre ellos y busca su cálida humedad empapándose complacido al introducir un dedo dentro de ella; los jadeos ahogados de Cinthia lo motivan a meter un dedo más y con el pulgar delinea la suave dureza de su centro de placer. Las caderas de Cinthia empiezan a tomar ritmo y potencia, moviéndose exigentes, demandando por más, mucho más. El grito que expulsa su boca cuando el clímax la devasta es como la cerilla que enciende en Santiago el arrebatado deseo que lo hace ponerse mucho más rígido.
Mirándolo fijamente, deja que él busque la entrada hacia la gloria; levanta un poco su trasero y gime satisfecha al lograr el rápido y delicioso acople; poco a poco inicia el movimiento, cerrando los ojos un instante para disfrutar de las sensaciones, abriéndolos de vez de cuando para conectarse con la mirada oscurecida de Santiago, esos azules ojos, cargados de emoción, que no se apartan del rostro de la mujer que para él es la más hermosa, sexy y apasionada del universo.
—Te amo, mi amor.
Susurra Santiago mientras le acaricia el cuello con la punta de la nariz, haciendo que ella incremente el ritmo gradualmente.
—Yo t-también t-te am-amo... —Las palabras de Cinthia son interrumpidas por gemidos de placer.
Poco a poco aumenta la velocidad de sus movimientos y captura la boca de Santiago. Sus lenguas se enredan mientras se sondean y se hunden en una exploración que se interrumpe de vez en cuando por los gemidos y jadeos de placer. Santiago aprovecha entonces, le acaricia la cintura y la agarra por las caderas, levantándola ligeramente para poder llegar un poco más adentro.
Cinthia se ha vuelto adicta a todo esto, más que nada se ha vuelto adicta a él. Adora ese forma tan única y particular de mirarla en los momentos más íntimos; ama cómo el resto del mundo se desvanece a su alrededor, todo pierde sentido, forma y significado, solo están ellos dos.
No hay nada que le fascine más en esos momentos que sentirlo irrumpiendo en su interior. No hay nada más que quiera que dure para siempre que Santiago haciéndole el amor.
Sus cuerpos palpitan, ardiendo con fuego y fiebre, el corazón les late con furia. Están cerca, muy cerca. Al mirarse a los ojos, lo saben y procuran llegar juntos. El ritmo combinado de ambos cuerpos les proporciona un gran placer a los dos.
De pronto, un gemido brota de la garganta de Cinthia, quien, de repente, echa la cabeza hacia atrás y se ahoga con su nombre entre convulsiones placenteras. Excitado al verla y oírla gritar su nombre no tarda en seguirla. Su cuerpo se tensa con un gruñido cuando explota en el interior de Cinthia jurándole a ella y así mismo nunca más volver a dudar.
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Inevitable
RomansaCinthia y Santiago son amigos de toda la vida. Ella es romántica y soñadora. Una joven dulce y encantadora que desde pequeña imaginó que vivía su propio cuento de hadas. Soñaba con ese día que se casaría con su príncipe encantador; ese hombre perfec...