ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 11

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Punto de vista de Natalie Parkinson

A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos, una ráfaga de recuerdos vinieron a mi mente.

"Abre las piernas..."


"Shhh... Cállate y disfruta..."


"¿Habías hecho esto... antes?"


Cerré los ojos bruscamente, intentando aclarar mis ideas y analizar la situación; había perdido mi virginidad con... Oh por todos los cielos... ¡Había perdido mi virginidad con Draco Malfoy!

Sin poder llegar a creérmelo, abrí los ojos y analicé la habitación, confirmando que no era la mía. Dirigí mi mirada al suelo, donde se encontraba mi ropa interior y uniforme completamente rotos.

Entonces, fue cuando noté una respiración en mi nuca.

Con el corazón en un puño, giré mi cabeza con temor de encontrarme a Malfoy despierto. Sin embargo, este estaba completamente dormido; se encontraba sin camiseta, con los ojos tapados por algunos mechones de su pelo, y con expresión completamente relajada.

Y entonces fue cuando recordé todo. Todos los detalles de la noche anterior.

Recuerdo como no podía parar de gemir su nombre; como al principio dolió, pero luego ese dolor se convirtió en placer... Mucho más del que esperaba que se pudiese llegar a sentir tu primera vez.

Trémula, extendí una mano hacia su rostro, para apartar los mechones que se habían colocado en sus ojos; acaricié sus párpados y pómulos, descendiendo por sus mejillas hasta el principio de sus suaves labios.

Retiré rápidamente la mano, cuando noté que se estaba comenzando a despertar.

Tenía dos opciones... O me hacía la dormida... O salía de ahí por patas. No estaba segura si quería estar ahí para observar su reacción.

Malfoy tenía una reputación de mierda, según su comportamiento del después de, y lo que tenía claro es que no quería estar ahí para vivirla.

Pero entonces, caí en algo.

El muy cretino había roto, literalmente, toda mi ropa, ¡incluso mi jodida ropa interior!

Mientras un rojo fuego invadía mis mejillas, Malfoy terminó por despertarse.

Entrecerró los ojos antes de incorporarse, sentándose en la cama para observarme detenidamente.

—¿Por qué tus mejillas parecen un tomate?—me preguntó el cómo si nada.

No me atreví a mirarle, simplemente me limité a titubear lo siguiente:

—Yo... Uhm... Bueno...

Entonces, para hacer tiempo, me giré para ver la hora; las siete de la mañana.

—Yo... Umh... Bueno... Creo que debería de irme yendo...—pude decir ante su atenta mirada.

Él me miro como si mi repentina vergüenza le sorprendiese.

Entonces, dirigió su mirada al suelo y sonrió como si estuviese recordando algo al ver mi ropa rota.

—Entiendo...—dijo para sí mismo mientras sonreía.

A continuación, murmuró un par de hechizos y la ropa estuvo arreglada y doblada en la cama.

—¿Cómo es que se te dan tan bien los hechizos?—le pregunté sin pensar.

𝕻𝖊𝖗𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓 |𝕯.𝕸| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora