𝕻𝖊𝖗𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓 |𝕯.𝕸| PAUSADA

ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 4

Punto de vista de Natalie Parkinson

Al día siguiente, me costó un gran esfuerzo salir de la cama.

Cuando me hube levantado y vestido, mi hermana, Daphne y Tracey y yo nos dirigimos al Gran Comedor a desayunar.

Ayer por la noche, al llegar a la habitación no me había quedado otro remedio que contarles todo lo relacionado con Umbridge, pero había suprimido la parte de Draco; de la manera en la que me consoló... Y bueno... Me abrazó...

Entramos en el Gran Comedor y nos dirigimos a la mesa de Slytherin, donde ya se encontraban Theo y Blaise.

—Buenos días, señoritas—nos saludó Blaise alegremente, mientras nos sentábamos enfrente de ellos.

—¿Qué tal el castigo?—me preguntó Theo.

—Normal—respondí con simpleza, antes de que Pansy saltase:

—¿Normal?—repitió ella irónicamente—¿Es normal que esa maniaca te hiciese daño?

Enseguida las miradas de Blaise y Theo se llenaron de confusión.

—¿Cómo que te hizo daño?—me preguntó Blaise.

Suspiré enfadadamente, mientras fulminaba a Pansy con la mirada.

—Simplemente, nos hizo a Harry y a mí escribir unas frases en un pergamino... Y bueno... Luego esas frases se grabaron en el dorso de nuestra mano—les expliqué consiguiendo que me mirasen asombrados.

—Esa mujer está mal de la cabeza—dijo Blaise.

—Es una demente psicópata—añadió Daphne enfadada.

—Entre otras muchas cosas...—añadió Tracey mientras tomaba un sorbo de su taza.

Hubo un minuto de silencio en el que comencé a desayunar, pero Theo habló:

—¿Me puedes enseñar la mano?—preguntó este.

Asentí y le tendí la mano con las cicatrices casi curadas, gracias al hechizo de Malfoy.

—Ya casi no se ven—comentó Theo, cuando hubo terminado de observar mi mano:— Al menos se han curado rápido

—Supongo—murmuré mientras tomaba un sorbo de mi taza.

—Natt... Sigo pensando que tienes que decírselo a Snape...—volvió a decir mi hermana.

Suspiré: ya me había repetido lo mismo diez veces.

—Pans ya te he dicho que no. No volveré a decir nada que haga que me castigue, y ya—me limité a repetir.

Pansy suspiró resignada, y no nos quedó otra que seguir desayunando.

Cuando terminamos, nos levantamos y comenzamos a caminar hacia la Sala Común.

—¡Tengo una idea!—anunció Blaise mientras cruzábamos el cuadro de nuestra Sala Común, después de decir la contraseña: —Voy a organizar una fiesta.

—¿Otra fiesta?—dijo Daphne divertida.

—Zabini...—empezó a hablar Tracey—¿Te tengo que recordar que tu anterior fiesta fue un completo desastre?

Yo les miré divertida.

—¿Qué paso?—pregunté sonriendo.

—¿En pocas palabras?—me preguntó Theo—Nuestro querido amigo invitó a las cuatro casas, y creamos tanto jaleo, que despertamos a todo el profesorado, el cual al levantarse y venir al lugar del que procedía la música, se encontró con unos cien alumnos borrachos.