ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 33

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𝐌𝐚𝐫𝐚𝐭ó𝐧 (2/𝟓)

—Bueno chicos, buen entrenamiento—les felicité cuando hubimos terminado nuestro último entrenamiento antes del partido.

Habían pasado cuatro semanas desde mi anterior encuentro con Draco y la verdad era, que casi no le veía.

Theo y Daphne habían vuelto y aunque Theo fuese un mortífago... Estaba todo el rato con Daph.

Se notaba que la necesitaba y que cuanto más tiempo pasasen juntos, más tiempo pasaría sin que se tuviese que acordar de la marca y todo lo que conllevaba.

Y luego estaba Draco, el cual cada vez que intentaba pasar un rato con él, se cerraba en banda. La única vez que pudimos hablar de verdad, fue esa vez en su baño, porque las demás conversaciones que habíamos tenido, no superaban los dos minutos.

Sabía que tenía que darle su espacio. De verdad que lo entendía, pero de ahí a ignorarme olímpicamente cuatro semanas seguidas...

Hoy no había venido ni al entrenamiento.

Y bueno... Puede que os pareciese estúpido... Pero estaba dolida.

Entendía que tuviese que hacer una tarea.

Entendía que necesitase su espacio.

Pero lo que no entendía era que me ignorase tanto.

Finalmente, cuando terminé de cambiarme, me dirigí a mi habitación.

Pero justo cuando acababa de entrar en nuestra Sala Común, me crucé con Draco; el cual musitó un "ahora no" y siguió su camino.

Sin embargo, esta vez no le deje irse tan tranquilo.

—¡Draco!—le llamé, consiguiendo que se detuviese a regañadientes.

Me miró sin ninguna expresión en el rostro, lo cual me intimidó un poco.

—Escucha, sé que últimamente has estado muy ocupado, pero había pensado en...—intenté decir, pero él no me dejó ni acabar.

Se veía demasiado irritado, cuando dijo esto último.

—Te he dicho que ahora no.

Y se fue.

Dejándome de piedra en mitad de la Sala Común y con unas ganas de llorar demasiado superiores a mí.

Por suerte, ninguna persona pasó en una media hora aproximadamente por la Sala Común, ya que ese fue el tiempo que estuve llorando como un alma en pena en uno de los sillones.

Sin embargo, al cabo de unos segundos, las puertas fueron abiertas mostrando a Terence.

—Hola, Natalie—me saludó educadamente, mientras llegaba donde estaba.

Me sequé rápidamente las lágrimas, pero Terence pareció darse cuenta, cuando se sentó a mi lado.

—Oye, ¿estás bien?—me preguntó educadamente.

Respiré hondo, considerando en sí mentirle o no.

—Bueno... Yo...—titubeé, pero al final no me quedaron fuerzas para mentirle—Es por Draco... Por así decirlo... Nos hemos peleado.

Tras decir esto último, fue como si mi corazón se rompiese, ya que no pude evitar empezar a llorar otra vez.

Estaba demasiado sensible y débil, así que me hubiese puesto así hasta con Filch.

—Lo siento, Natalie...—dijo Terence, mientras ponía una mano en mi hombro.

Saqué un pañuelo del interior de mi chaqueta y me sequé las lágrimas.

𝕻𝖊𝖗𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓 |𝕯.𝕸| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora