CAPÍTULO V.V

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CAPÍTULO V.V

El resto de los soldados que se habían quedado en la ciudad Austora se encontraban ansiosos, había pasado un día y medio desde que cuarenta hombres habían partido en compañía del príncipe Jay hacia el Castillo del Sol Yacente y aún no habían regresado.

Kuma estaba sentada sobre una de las piedras del templo más grande del lugar mientras se mordía las uñas. Delante de ella estaban Yeonjun y Soobin, quienes se dedicaban a analizar los mapas que los exploradores habían logrado cartografiar.

Yeonjun volteó a ver a la muchacha, quien tenía la mirada perdida y masticaba sus uñas hasta la carne.

—Tienes que dejar de hacer eso, podrías lastimarte —comentó el mayor observando cómo le sangraban los dedos a la chica debido a la ansiedad. Soobin se volteó al escuchar esto y se acercó hasta ella.

—Hey, todo va a estar bien —dijo mientras se agachaba para estar a la altura de la menor—. El príncipe Jay es muy fuerte e inteligente, no hay nada que temer —Kuma lo miró con los ojos cristalinos.

—Tengo miedo, no quiero que muera.

—Nosotros tampoco queremos que eso suceda. —El muchacho se sentó a su lado y tomó una de sus manos en un intento por consolarla—. El Castillo del Sol Yacente es algo grande, posiblemente el príncipe quiera asegurarse de haberlo recorrido por completo antes de venir.

—¿Y si no encuentra nada que logre detener la guerra? —soltó la teniente en voz baja.

—No pensemos así, seguramente encontró algo. Los reyes nunca nos habrían mandado a una misión así de no ser porque hay algo en estas tierras.

—No quiero seguir aquí, extraño casa y cada día somos menos, no sé si lo resista —confesó Kuma mientras varias lágrimas rodaban por su rostro.

El de cabellos rosados se acercó hasta donde ellos estaban y se agachó frente a la muchacha.

—Está bien tener miedo teniente. —Yeonjun le regaló una sonrisa tranquilizadora—. Le aseguro que el príncipe Jay se encuentra bien y que no regresará con las manos vacías.

En ese momento Irina apareció corriendo, todos la voltearon a ver expectantes.

—¡El príncipe Jonseong ha vuelto! —informó la mujer con dificultad debido a que había corrido mucho. En ese instante todos salieron corriendo por donde Irina había venido.

A la entrada del pueblo varios soldados se encontraban juntos mientras gritaban llenos de felicidad.

Kuma logró escabullirse entre la multitud hasta que logró llegar hasta donde Jay se encontraba. El rubio sonreía de oreja a oreja mientras era felicitado por sus soldados, quienes se acercaban para estrechar su mano y agradecerle. El corazón de la chica se detuvo por un instante, la imagen ante ella la hacía sentirse realmente feliz y aliviada. No perdió ni un sólo segundo más y se lanzó a los brazos del muchacho, quien la recibió con el mismo cariño y entusiasmo.

—Creí que habías muerto —lloriqueó Kuma, mientras rodeaba con fuerza el cuerpo contrario.

—Te prometí que no lo haría. —Al romper el abrazo, ambos se observaron con gigantescas sonrisas en el rostro.

En cuestión de segundo Jay fue rodeado por los brazos de los científicos, quienes lo abrazaron con efusividad mientras le decían lo felices y aliviados que se encontraban por verlo nuevamente.

—¿Cómo es ahí dentro? ¿Encontraste algo? —lo atacó Yeonjun con preguntas.

Otros soldados hicieron lo mismo causando que Jay se sintiera un tanto sofocado debido a esto.

Subió a una piedra cercana y les pidió silencio a todos para así poder compartir con ellos sus descubrimientos. Todos lo miraron atentos y guardaron silencio mientras el príncipe les relataba sobre el interior del castillo y el hallazgo del metal estelar, les dio una versión distinta de los hechos sobre la aparición de Anlektra, pues consideraba que era mejor que nadie se enterara de lo que realmente había ocurrido con la mujer, lo que le había dicho y entregado.

Luego de esto un gran festín se llevó a cabo en honor al gran príncipe Park Jongseong, Salvador de las tierras de Hypen.

Cross the Line {Cursed-Blessed} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora