CAPÍTULO VII.I

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CAPÍTULO VII.I

El cielo azul se encontraba completamente despejado, no había ni una sola mancha blanca en el cielo, sólo azul. El sol brillaba como cualquier otro día, el aire soplaba con fuerza empujando al antiguo barco, y las olas golpeaban tranquilamente los costados de la embarcación, la cual se desplazaba con velocidad sobre las aguas.

El ejército de Pandora llevaba una semana navegando por el extenso océano con la esperanza de llegar sanos y salvos a tierra firme para así poder comunicar lo que habían encontrado en aquellas lejanas y salvajes tierras. Todos los soldados se habían acostumbrado al ajetreo del mar y ahora ayudaban en las tareas diarias.

Kuma se encontraba en la cofa, atenta a cualquier peligro inminente o a la espera de ver tierra firme. Estaba perdida en sus pensamientos, observando fijamente el horizonte cuando vio una mano aparecer en el barandal de madera cosa que la hizo saltar a causa del susto, pero se relajó al ver que segundos más tarde se asomaba una cabellera rubia. El príncipe Jay se apareció con una enorme sonrisa en el rostro cosa que calmó a la muchacha.

—Buenos días —saludó el muchacho mientras saltaba el pequeño muro de madera y se metía a la canasta circular junto con ella.

—Buenos días.

—¿Ya desayunaste? —Kuma negó—. Lo supuse, últimamente te la pasas más aquí arriba que allá abajo —comentó mientras se recargaba sobre el palo mayor—. ¿Sucede algo? —La muchacha desvió su mirada nuevamente hacia el horizonte y guardó silencio. Al notar esto, el príncipe se acercó a la baranda junto a ella y le dio un pequeño empujón— ¿Qué pasa? —Kuma lo volteó a ver con algo de nerviosismo para luego volver a apartar su mirada.

—Me siento más útil aquí arriba que allá abajo —contestó con algo de nerviosismo.

—Pero si aquí no hay nada que hacer. Estamos en medio del océano, lo único que hay son kilómetros y kilómetros de agua a nuestro alrededor. —Jay la observó con atención, podía intuir que algo no estaba bien con la chica—. ¿Qué sucede? —volvió a preguntar.

Kuma suspiró y lo volteó a ver con seriedad.

—¿Si te lo digo prometes que no te reirás? —El rubio asintió. La teniente mordió su labio inferior con fuerza y regresó su mirada al mar— No sé navegar —confesó con vergüenza en un susurro.

—¿Qué fue lo que dijiste?

—Que no sé navegar —repitió en voz más alta.

—¿Es por eso que estás aquí arriba? —Ella asintió—. No tienes porque sentir vergüenza por eso, yo tampoco sé navegar. Para ser honesto, esta es la primera vez que me subo a un barco así de grande.

—Lo sé, sé que no debería sentir vergüenza pero no puedo evitarlo. Cada vez que estoy abajo todos me miran esperando a que les dé alguna orden o les diga algo pero no sé qué decirles porque no sé hacerlo —soltó un bufido—. El otro día intenté ayudar a amarrar las velas pero la cuerda se me escapó de las manos y me lastimé. —El príncipe tomó las manos de la chica para confirmar la información, encontrándose así con la piel roja y lacerada de la chica—. Aquí arriba no le estorbo a nadie —susurró con tristeza.

—Jamás sientas vergüenza por no saber cómo hacer algo —comentó el príncipe acariciando levante las heridas de la muchacha—. Nadie nace sabiendo las cosas, todo se puede aprender y créeme, no hay mejor forma de aprender que cometiendo errores. Además, recuerda que tú me dijiste que no debía vivir mi vida en base a las expectativas de los demás, así que no tiene porqué importarte lo que el resto pueda llegar a decir u opinar sobre ti. Tú eres la única con el poder y derecho a juzgarte y nadie más. —Un atisbo de sonrisa apareció en los labios de la muchacha—. Yeonjun y Soobin son muy pacientes, estoy seguro que si te acercas a ellos y les pides ayuda te enseñarán con mucho gusto todo lo que quieras.

Ambos se miraron a los ojos siendo envueltos por un cálido y reconfortante silencio.

—Gracias. —Jay sonrió para luego envolverla en un abrazo.

—Para eso están los amigos —comentó mientras rompía el abrazo—. Ahora bajemos y vayamos a desayunar algo, ¿te parece? —Jay hizo un ademán de querer saltar el barandal pero fue rápidamente detenido por la muchacha.

—¿Q-qué es eso? —Kuma señaló hacia el mar, el pánico reflejado en su rostro hizo que el príncipe volteara a donde ella estaba señalando.

Justo en ese momento, el mar se abrió frente a sus ojos y un furioso remolino de agua se formó en cuestión de segundos. El barco se inclinó y sacudió violentamente mientras eran rápidamente succionados.

—¡Sujétate con fuerza! —ordenó Jay mientras se sostenía del barandal en un intento por no salir volando del barco a causa de la velocidad con la que giraban.

En cuestión de segundos, todo a su alrededor se volvió negro.

Cross the Line {Cursed-Blessed} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora